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jueves, 9 de febrero de 2012

Los niños esmeraldas de Colombia

Alrededor de 10 mil niños entre 10 a 15 años de edad trabajan filtrando con pala y tamices las sobras y desechos de piedras y lodo provenientes de las mimas de esmeraldas en el municipio de Muzo, a 90 kilómetros al norte de Bogotá, Colombia. El trabajo consiste en buscar minúsculas esmeraldas o polvo de ellas escapado del filtro de la mina. Son piedras de un intenso verde, consideradas por los gemólogos como las de mayor calidad del mundo. También utilizan a los niños para picar en túneles demasiado angostos.
La vida en ese municipio gira alrededor de la explotación de esmeraldas, y para esa comunidad minera «cada uno practica la minería donde quiere sin apoyarse en la comunidad»; «cada uno trabaja por su cuenta sin depender de otras familias o asociarse con ellas». Y por supuesto son los propios padres quienes inducen a sus hijos, aun bien menores, a la faena de la extracción de la esmeralda. Convirtiéndose así, en una de las localidades de ese país con mayor índice de población analfabeta. El estimulo a la escuela simplemente no existe. Así mismo, pobreza y hacinamiento es el común denominador en Muzo (promedio 10 personas por cuarto). Donde el abuso sexual entre hermanos o de padres a hijos, esta a la orden del día.
La explotación de esmeraldas exige a los niños y niñas un gran esfuerzo físico y los somete a diferentes riesgos que ponen en peligro su integridad física (al exponerlos a temperaturas extremas, olores tóxicos o la presencia de polvo en el ambiente, picaduras de insectos y/o mordeduras de animales, ruidos o vibraciones permanentes) e igual los impacta psicológicamente, lo que evidencia una violación a sus derechos humanos por ser menores de edad.
En Colombia, los niños y niñas mineras de ese municipio, baten record en enfermedades respiratorias, es la localidad con el mas alto nivel de menores enfermos. Pocas oportunidades hay para esos niños. Allí quienes definen su porvenir son la codicia, la ignorancia, la impunidad, los intereses y la complicidad colectiva de los habitantes de Muzo.
Cuando veamos un zarcillo, collar o anillo con esmeraldas, tratemos de observar bien esas piezas, seguro que en su parte más densa, más intima de esa piedra, descubriremos la silueta del rostro de uno de esos niños que se quedo sin futuro.

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