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sábado, 29 de agosto de 2015

Los jardines: un refugio ecológico / ambientalista

A las Diosas-ser de la vida selvática, Thea Artemis, 
Dea Diana.


Image result for época CuaternariaCuando el humano salio de la intrincada selva hacia las despejadas llanuras a mediados de la época Cuaternaria (en el Holoceno) en busca de una mayor seguridad para el grupo “familiar”, se trajo consigo además de su pequeña tribu a los vegetales y animales incorporados a su relación de subsistencia.  El hombre salio derrotado de la selva por las fieras que dominaban mejor ese espacio difícil. Tal vez de allí viene ese miedo ancestral por los vertebrados del bosque cuya expresión violenta seria la caza indiscriminada, no por el alimento sino la extraña satisfacción de exterminarlos.

Image result for árboles, arbustos, hierbas floralesEn las planicies o en la colinas herbáceas para defenderse de las fieras, levanto la choza rodeada de empalizada o de muro de piedras, invento las armas arrojadizazo las de defensa personal. Dentro del recinto, alrededor de la cabaña se refugiaron también por el mismo motivo aquellos gatos, aquellas aves; incluyo el humano bajo el mismo cobijo a las plantas de su dieta, algunas por sus tubérculos, otras por los rústicos frutos, aquellas por los granos. Mas el hombre ya comenzaba a sorprenderse por o inexplicable, emoción sentida al contemplar las flores, sus formas, sus colores, sus aromas. Hallaron estas hierbas floridas amorosa protección en torno a la choza en el vallado albergue. 

Curiosamente ninguno de los animales domesticados, tampoco los diversos árboles cultivados retornaron a la vida silvestre. Se quedaron del lado interior del espacio amurallado, incluidas en esta lealtad ambiental las hierbas de flores. Encontrar azucenas, rosales, claveles, caléndulas, violetas, jazmines en el corazón del bosque ¡imposible! tampoco naranjales, mamones, nísperos, aguacates, manzanos, perales, en fin. De igual modo aconteció con los animales amparados bajo el cobijo de su hermano mayor, el vertebrado mas inteligente.  Esta mutua fidelidad al nuevo habitat se ha visto retribuida con creces, plantas más hermosas, animales más robustos, se enriqueció la dieta del humano; y entre tantas bondades surgió la maravilla de los jardines.

Abundan por doquier los libros sobre jardinería, su historia, su siembra, la conformación de su ámbito; sus matas, sus flores, sus abonos. Inclusive hay una especialización  de la arquitectura relacionada con el uso del ornato vegetal para las construcciones, el apoyo arbóreo de hierbas floridas, céspedes, helechos, gramas, árboles de inflorescencia para hermosear las edificaciones. Momento oportuno para recordar a uno de los mas grandes arquitectos- jardineros del hemisferio Occidental, el francés Andres Le Notre (1613-1700). 

Bajo las ordenes del rey Luis XVI realizo la obra maestra de la arquitectura paisajística europea con los jardines de Versalles, también diseño los Jardines de Saint - Cloud, Fontaneibleu, Saint Germain, Chantilly Sceaux, entre otra. Monto sus diseños artísticos ambientalistas sobre dos principios rectores: la lógica (aristotélica) en la concepción y la geometría (cartesiana) en la disposición de las porciones vegetales, (árboles, arbustos, hierbas florales) integradas a un todo formado por las edificaciones, esculturas, fuentes, caminarías, espejos de agua. Nació la arquitectura paisajística - ambientalista en las universidades del mundo occidental con base a los estudios de los planos, formas estructurantes de los jardines de Andres Le Notre.

Aunque en Venezuela hay presencia de grandes jardines: públicos en torno a palacios gubernamentales, en residencias privadas, o los académicos de vocación científica tal el jardín botánico de la Universidad Central de Venezuela (fundado por el eminente científico Dr. Tobias Lasser)  o con menor nivel, el de la Universidad  de los Andes. Pero en nuestro país predominan sin ningún lugar a dudas los modestos jardines de las casas de ciudades, pueblos, villas en aldehuelas campesinas. Situados generalmente estos simpáticos jardincillos en el ámbito de la entrada antes de la puerta principal, o / y  en los patios internos. 

Caracterizan a estos pequeños espacios verdes los siguientes rasgos; por lo general son anárquicos en la colocación de las plantas, no hay simetría; las matas se siembran de acuerdo a como van llegando en el tiempo, aquí, allá, junto a un rosal, una margarita , después los camarones  rojos/ amarillos, por detrás de malabares o siemprevivas, a los lados lirios o gladiolas, junto a los capachos, cerca de las puertas los enredados jazmines, en los rincones los húmedos helechos, y así sucesivamente; tanto en la simetría cual en la azarosa disposición de los colores , aromas, tamaños es donde reside el encanto de estos pequeños jardines , su presencia artística; expresan el sentimiento libre en el hacer sus cosas los venezolanos, poco dogmáticos, amigos del azar.

Los jardines de las casas en Venezuela muestran cual una audaz metáfora la manera des ser de su gente; espontánea, franca, hermosa, artística por sobre los escollos de la nunca fácil existencia. En lo ambiental estos simpáticos jardines anárquicos significan el último refugio ecológico de una riquísima botánica escapada de los bosques o de las sabanas - a donde ya no volverán- unidas desde siempre en solidaria complicidad con el hombre.


Dea Venus est  etiam Deam hortorum.

JARDÍN VISTO DESDE LA VENTANA

Engaña sobre la eternidad la siempreviva
con sus invertidas copas de púrpura,
mientras el lirio:       semeja una mujer estupefacta.
Es la belleza del éucare un rostro desafiante,
mira sorprendido la noche.
No te confíes de las buenas tardes
ni las violetas ni las blancas
sólo presiéntalas cuando las contemples.
Ofrecen las calas sus brácteas rojas
cual ostentosa mano amiga
en  tanto esconder no pueden su obvia inflorescencia.
A las estrellas la dama de noche no sólo reta
con su nocturna blancura
las erotiza también su fragancia.
De igual manera la golosura de los capachos
al Sol naciente enrojece.
Buscan el azul o el éter
en encendidas escaleras escarlatas
las heliconias.
Bendiciendo, finalmente, el pequeño espacio
con su aroma de albura
 y su albura de aroma
el  jazmín.

Lubio Cardozo, poeta ambientalista venezolano


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