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sábado, 16 de enero de 2016

El calentamiento global y la degradación del bosque boreal canadiense


Aun cuando importantes extensiones significativas de las regiones boreales del norte de Canadá siguen siendo relativamente vírgenes, enormes aéreas del sur  de la boreal han experimentado alteraciones por actividades de la industria pesada y la fragmentación.  La explotación forestal ha tenido el impacto más grande en términos de superficie neta, sin embargo el desarrollo hidroeléctrico, la minería y la extracción de petróleo y gas han ejercido un daño irreversible a los bosques boreales.  Dichos  bosques son particularmente sensibles a las perturbaciones debido a lo corto de las estaciones de crecimiento y, en muchos lugares, a los suelos frágiles que limitan el crecimiento vegetativo.

En el presente, aproximadamente el 41 por ciento de la arbolada boreal canadiense ya ha sido testigo de las perturbaciones de la actividad humana, donde   alrededor de un 23 por ciento del total boreal han sido degradados o dañados.  Y más del 30 por ciento de sus  bosques boreales están comprometidos con algún tipo de desarrollo industrial.
Los bosques de Canadá almacenan 186 millones de toneladas de carbón, lo que equivale a 27 veces la emisión mundial de combustibles fósiles del mundo. La explotación forestal de los bosques boreales de Canadá está agravando el calentamiento global a través de la emisión de gases de efecto invernadero y la reducción del almacenamiento de carbono.  La destrucción de los bosques libera más carbono, causando una subida desmedida en las emisiones globales. Recientes informes científicos estiman que dos terceras partes del carbono almacenado en los bosques boreales se encuentra en los suelos. Cuando la cobertura forestal desaparece, el suelo se descompone, liberando dióxido de carbono a la atmósfera durante los siguientes meses, años e incluso décadas. Así mismo, esta situación está haciendo también que los bosques sean más vulnerables y susceptibles a la generación de incendios forestales y  ataque de plagas.
La explotación forestal de los bosques boreales de Canadá provoca, aproximadamente, la liberación de 36 millones de toneladas de carbono al año, más que el que emite anualmente el sector de transporte de pasajeros. Los incendios forestales en el área boreal de Norte América se duplicaron entre 1970 y 1990. Como los incendios son mayores, frecuentes e intensos, más y más CO2 se emite en la atmósfera.

La tala acelera el deshielo del permafrost (capa helada del suelo). Cuando esta capa helada se derrite, se emite CO2 y metano (un gas de efecto invernadero 21 veces más potente que el dióxido de carbono), a la atmósfera. Sin embargo, la cobertura forestal retrasa la fusión del permafrost en décadas e incluso siglos.


La mejor contribución de Canadá en la lucha contra el cambio climático es la protección de su ya menguados  bosques boreales.  Decretar las áreas de bosque primario boreal en zonas donde no se permitiera la tala ni otras actividades industriales, especialmente en las regiones del sureste por su riqueza biológica.


Un libro para sentirnos orgullosos: Bosques Boreales. La corona verde del Planeta Tierra: sus pobladores, clima, fauna y flora




Este libro pretende estimular al lector hispano a conocer el maravilloso mundo boreal, tanto de sus bosques, clima como la de su fauna y pobladores. Por supuesto el tema de las auroras boreales no podía faltar. 

Poco sabemos sobre este importante tema, porque seguramente los bosques tropicales por años han eclipsado la atención mundial, sin embargo, estamos hablando  que el 30% de los bosques del mundo se encuentran en la zona boreal. 

Los bosques boreales son los  más septentrionales del planeta (la mayor parte se extiende entre los 50º y 60º de latitud norte). Este bioma aparece solamente en el Hemisferio Norte, pues en el Hemisferio Sur en estas latitudes no existen masas continentales. Son el último pulmón verde del planeta y se extiende a lo largo del norte de Canadá, Alaska, Rusia y Escandinavia, están cerca de convertirse en el próximo Amazonas. Ya que se encuentra bajo una amenaza creciente, producto del cambio climático y la presencia humana depredadora. 

En el presente, científicos y ambientalistas exigen medidas urgentes para preservar los bosques boreales y asegurar su biodiversidad, además de prevenir la pérdida de uno de los mayores sumideros de CO2 del planeta. Ellos comprenden un tercio del área boscosa mundial y un tercio del carbono almacenado. 

Estos bosques no escapan al complejo problema del cambio climático  y cuanto más indagan los científicos más variables encuentran que se deben estudiar. El clima del planeta es un sistema global, que está totalmente interconectado, así que una disfunción local puede afectar a la totalidad. Prueba de ellos, es que en los últimos años se ha comprobado que el aumento de la temperatura está matando a las coníferas al norte del Canadá. Representando una nueva variable, hasta ahora no estudiada a profundidad, en la lucha contra el calentamiento global. 

El título de este libro es Bosques Boreales la corona verde del Planeta Tierra y está dividido en tres partes: Los Bosques Boreales, Los Pueblos Boreales y La Aurora Boreal. 

La primera parte plantea y analiza los siguientes 11 tópicos: 1.- Los bosques boreales o Taiga; 2.- Clima de los bosques boreales; 3.- Flora y fauna del bosque boreal; 4.- Tundra y bosques boreales, la última frontera; 5.- CO2 bosques boreales; 6.- Alces, Renos y Ciervos, los grandes herbívoros mamíferos de los bosques boreales del Canadá; 7.- Deforestación en los bosques boreales; 8.- Efectos de la minería sobre los bosques boreales canadienses; 9.- El calentamiento global y la degradación del bosque boreal canadiense; 10.- Bosques boreales avanzan hacia el norte para protegerse del cambio climático; y, 11.- El futuro de los bosques boreales

La Segunda parte propone un acercamiento aproximativo sobre el hábitat, la cultura y costumbre de los pueblos aborígenes del extremo norte. Negados a extinguirse y con la mayor tenacidad por la supervivencia, habitan en las regiones boreales o taiga y de la tundra, uno de los poblamientos más antiguos de la humanidad. El amplio abanico de pueblos nativos que residen en esos gélidos territorios del planeta, nos confirman su gran capacidad de adaptación a estos biomas. Encontramos así: 1.- Los pueblos aborígenes del extremo norte; 2.- Los Aleutianos; 3.- Los Inuit o Esquimales; 4.- Los Dolganos; 5.- Los Nenets; 6.- Los Nganasans; 7.- Los Koryaks; y, 8.- Los Chukchis. 

Por último, la tercera parte propone reflexionar sobre ese fenómeno natural maravilloso que son Las Auroras boreales o luces del norte. Aurora Boreal es un término compuesto que tiene su origen, en primer lugar, en la diosa romana del amanecer, Aurora (Eos para los griegos); y, seguidamente, del término de origen griego, Bóreas, dios del helado viento nórdico. 

Galileo Galilei acuñó el término aurora en un ensayo que publicó junto a un alumno suyo, Guiducci, en 1616. En él, tras describir la asombrosa iluminación del cielo septentrional, concluye: "formándose así para nosotros esta aurora boreal". Tres años más tarde ofreció una explicación, equivocada, sobre su naturaleza. Para Galileo las brillantes luces eran resultado del calentamiento del aire que rodeaba la Tierra y del reflejo de la luz solar sobre la atmósfera. 

Los artículos de este libro fueron publicados a lo largo de estos últimos 5 años y han sido consultados por más de 2 millones de cibernautas, según Google. 

Con mucho orgullo publicamos digitalmente, seguro estamos que seremos parte de los libros del futuro, no más árboles sacrificados para hacer la pulpa para el papel, no más derivados contaminantes para hacer las tintas con que se escriben los libros.

Lenin Cardozo, ambientalista venezolano | ANCA24 – Hugo E. Méndez U., periodista ambientalista venezolano | ANCA24 Italia

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