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martes, 26 de octubre de 2010

Energía eólica marina, la mejor apuesta caribeña

El aprovechamiento energético de la fuerza del viento mediante la instalación de aerogeneradores en espacios caracterizados por fuertes vientos durante todo el año, es hoy en día, la propuesta de energía limpia o renovable que mayor desarrollo y crecimiento tecnológico se ha tenido, en la última década. La energía eólica, se abre paso como una de las alternativas más viables para sustituir a los combustibles fósiles y de esta manera, asumirse como una de las acciones concretas en la reducción de las emisiones de CO2, y frenar así, el calentamiento global del planeta.
Propuesta energética que estamos obligados a defender, ya que el actual parque tecnológico del sector energía de los países desarrollados, sigue siendo el más contaminante. Aun cuando dichos países “acordaron” en el Protocolo de Kioto la reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera. Fijando como objetivo que para el año 2012, la emisión de gases contaminantes sólo crecería un 15% con respecto a 1990, sin embargo, dichas emisiones continúa estando en un 17% por encima del límite. La mejor experiencia de este tipo energía alternativa es la producida mar adentro (energía eólica marina), debido a que la velocidad del viento es más fuerte y predecible, sobre todo cuando los emplazamientos para instalar energía eólica en tierra empiezan a escasear por los asentamientos de población de las costas. El primer parque eólico marino, compuesto por 11 aerogeneradores de 450 kW, se construyó en Dinamarca en 1991 al norte de la isla de Lolland, en el mar Báltico y, en el 2002, tras la puesta en marcha de varios parques con distinta potencia, se inauguró el parque de Horns Rev, el más grande del mundo con 80 aerogeneradores con una potencia instalada de 160 MW. Este país cuenta con el "Plan de acción sobre energía, Energía 21", según el cual 4.000 MW de energía eólica serán instalados en emplazamientos marinos antes del año 2030, que se sumarán a otros 1.500 MW instalados en tierra para lograr cubrir más del 50% del consumo energético del país, todo ello con una inversión prevista de unos 70.000 millones de bolivares.
Tras los resultados prácticos obtenidos en ese país, se puede concluir que, a pesar de que la instalación en el mar de estructuras de similares características, es de una inversión superior a las ubicadas en tierra, la producción de electricidad es más estable y un 20% superior y la vida útil del parque, con un buen mantenimiento, puede llegar a duplicarse. Los parques existentes actualmente se encuentran en zonas poco profundas, distantes de rutas marítimas, áreas de enlace por microondas, zonas militares, espacios de especial interés ornitológico o natural en general, etc. y alejados de la costa un mínimo de 2 Kilómetros, para aprovechar mejor el régimen de vientos, de características diferentes a los vientos en tierra. En el mar, el viento se encuentra con una superficie de rugosidad variable, las olas, y sin obstáculos como islas, islotes, etc., lo que implica que la velocidad del viento no experimenta grandes cambios al variar la altura del aerogenerador, por lo que pueden emplearse torres más bajas que en tierra. Además, el viento es generalmente menos turbulento que en tierra, por lo que en un aerogenerador situado en el mar se puede esperar un periodo de trabajo útil mayor que en otro situado en tierra.

Uno de los aspectos que está reduciendo los costes de la instalación de estos aerogeneradores es la optimización de los sistema de anclaje y cimentación al terreno. Inicialmente se realizaban mediante hormigón con cimentación por gravedad, construyendo en dique seco grandes estructuras que posteriormente se fijaban al suelo y se rellenaban con grava y arena. Un diseño posterior, el monopilote, consiste en perforar el lecho marino con un diámetro de 3,5 a 4,5 metros y una profundidad de 10 a 20 metros, donde se introduce un gran cilindro metálico que sirve de base a la torre. Actualmente se emplea una técnica de gravedad + acero, fruto de combinar las dos anteriores. En caso de aguas profundas, se emplean trípodes de tres patas anclados al suelo.
Finalmente, los parques eólicos se conectan a tierra por cables submarinos enterrados para reducir el riesgo de daños ocasionados por equipos de pesca, anclas, etc. En zonas estratégicas del parque existen, entre otras instalaciones de servicio, centros de transformación que traducen la baja o media tensión a alta, para favorecer el transporte hasta la costa. Si la distancia a tierra es superior a los 30 Km. es posible emplear conexiones de corriente continua en alta tensión. Una vez en tierra, tan solo resta conectar la línea eléctrica con la red de distribución existente.

La instalación de parques eólicos en el Caribe, resultan ya competitivos, debido a que la tarifa que se perciben por estas tecnologías es inferior al precio medio de generación eléctrica en comparación a lo elevado de las otras tarifas cuando vienen de tecnologías movidas por los derivados del petróleo (fueloil o diésel). Esto se sustenta porque el precio de estos combustibles producto del flete para llevarlos a las Islas, los hace cada vez más prohibitivos. La variabilidad del coste de las energías que se producen con combustibles fósiles demuestra que un kilovatio por hora eólico cuesta casi la mitad que el producido con fueloil y un 37% menos que el diésel. De esta manera, los sistemas eléctricos en el Caribe serán más seguros, porque mejorarán su autosuficiencia; serán más limpios, renovables; y más baratos, porque se habrán reducido los costes de generación eléctrica a través de los ya siempre inflacionarios precios, de los combustibles fósiles.

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