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sábado, 2 de julio de 2011

Diálogos de fronteras y tráfico ilegal del oro


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- Viene el cabo un poco apresurado, sudoroso y poniéndose firme exclama: mi comandante!. Ya detuvimos a los nuevos mineros ilegales, que llegaron hace unos días y estaban operando en la parte baja del rio, hacia el sur.
- El comandante, de manera áspera le pregunta a su subalterno: cabo Reyes, estás seguro que esos mineros “mal nacidos”, “esos saqueadores de la patria y destructores del Amazonía”, no los han reportado nadie antes? No quiero tener problemas después, con alguno de la cadena de mando, así que le agradezco que se cerciore bien antes de actuar.
- El cabo inmediatamente responde: no mi comandante, estos no son de nadie. Acabaron de llegar y les estábamos dando tiempo a que trabajaran algo antes de apresarlos. Solo pudimos decomisarles unas cuantas onzas, pero dos de sus líderes me informaron que hay más, si primero hablan con usted, mi comandante.
- Y el comandante, ahora más iracundo le grita: entonces que hace que no me los ha hecho pasar al despacho?.
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La reunión duro un poco menos de 30 minutos. El comandante como buen militar, es un hombre de pocas palabras. Los detenidos, esos “destructores de la naturaleza”, se pusieron en libertad y solo se les autorizó, a trabajar “temporalmente, mientras esperaba ordenes” y bajo observación, hasta nuevo aviso. Eso sí, cada semana, los dos jefes de ese grupo de mineros tenían que venir a reportarse al Destacamento y hablar personalmente con el comandante.
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El comandante García Bermejo, estaba recién nombrado en el Destacamento Fronterizo VII y traía como misión frenar la minería ilegal y proteger la naturaleza: su flora, fauna y sus ríos, tal como reza la nueva Constitución Natural, aprobada en la Republica.
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Dos semanas después, de su llegada, una comitiva presidida por Alan Smith, uno de los ejecutivos principales de la Gold International, la mayor empresa de extracción, que subcontrata en la zona, se le presenta en su despacho, para ponérsele a la orden.
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- El cabo Reyes, era el encargado de dar llevarle la agenda al ocupado militar. Y sin mayor preámbulo, entra al despacho y le refiere la novedad: mi comandante, el gringo Mr. Smith, está afuera y quiere darle sus saludos y bienvenida.
- El comandante ahora mas energúmeno que nunca, le grita: pero que se creerá el gringo del carajo ese, que después de dos semanas es que viene a querer conocerme?. Que falta de respeto es eso!.
- El cabo le riposta: mi comandante, Mr. Smith, informa que estaba de viaje y por eso no había podido estar a su llegada, pero aquí le envía, dos regalos, creo que son relojes una para usted y otro para su esposa. Me dijo, que eran de oro macizo y de una tal marca Rolex.
- Ahora si es verdad que el comandante explotaba de la rabia: cabo, déjeme esa vaina encima del escritorio y hágalo pasar de una vez. Ya voy arreglar las cosas inmediatamente y a dejarle bien claro a qué yo vengo al Amazonía, mi vocación de servicio no la compra nadie y la naturaleza no tiene precio, ni dueño!.
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La reunión duro más de dos horas. Desde ese día el comandante García Bermejo, luce con gran orgullo, su exquisito Rolex de oro puro y un par de nuevos anillos que también le regalaron.

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