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lunes, 11 de julio de 2011
Los muy tontos no saben lo que dicen
Para decir tierra dicen madre
Para decir madre dicen ternura
Para decir ternura dicen entrega
Tienen tal confusión de sentimientos
Que con toda razón
Las buenas personas que somos
Las llamamos salvajes.
Gustavo Pereira, poeta venezolano)
El pensamiento indígena asume la tierra como madre, progenitora. Sus relatos cosmogónicos hacen referencia a su procedencia natural e incluye el retorno al término de sus vidas. El vivir, no es más que uno de las tantas etapas que hemos de cumplir, en una naturaleza no perenne, pero si bondadosa. De ahí, su agradecimiento, que se refleja en la actitud protectora y conservacionista. El ambiente, no es algo ajeno, es parte de ellos mismos. Sus rituales y ceremonias fortalecer sus vínculos con la gran madre y su subsistencia material y simbólica se basa en el consumo justo de los recursos que ella provee.
Son los genuinos guardabosques del mundo. Cerca de unos 400 millones de hombres y mujeres indígenas, dispersos entre fronteras ajenas a su imaginario o sus antiguos mundos (residen en 75 países), veneran y protegen a quien los acobija.
Acosados, arrinconados, atropellados, subestimados por las razas “civilizadoras”, que infructuosamente los ha tratado de doblegar con su eterna oferta de ”integración”. Que se resume, en intervenciones destructivas de su ambiente, provocando cambios radicales en su manera tradicional de relacionarse con la naturaleza.
Que afortunado somos, que aun contamos con los valientes pueblos originarios. Con su fuerza, su mística e inteligencia para resistir. Gracias a ellos, en América, por ejemplo, sus reservas o hábitats, a pesar de lo diezmadas que han sido, representan el 85 por ciento de las áreas naturales protegidas, donde se encuentran con cierto resguardo, más del 60% de biodiversidad del continente. Y en cada rincón del mundo donde habitan, existen las llamadas zonas de reservación o protegidas y con ello, a salvo muchas especies.
Sin la presencia de los pueblos indígenas en esos territorios, la vorágine desarrollista no hubiera tenido ningún tipo de freno.
Heroicos y solitarios pueblos. Verdaderos protectores de la vida. Resistencia histórica contra los antiplanetas. En las venideras batallas por librar, ya no estarán tan solos. Cada vez somos más, los que defendemos el Planeta.
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