(…)
“pero el espíritu vela como una mariposa
en torno de esa luz que no advierten
los sentidos.”
F. Paz Castillo, “INSOMNIO”
LA POESÍA SOBREVIVE A LA CONFUSIÓN DE LA
ESPERANZA
(Un
aspecto de la poesía de Fernando Paz Castillo).
(…)
“¡Mira!: el alba rosada se tiende
sobre el huerto…
Todo se torna joven; sólo tú, alma
mía,
como la mariposa de la noche de
invierno,
te has quedado en la sombra,
prisionera de la sombra,
cual sombra de otra vida que viví en
otro tiempo.”
(HOY LA MAÑANA HA VUELTO”).
Sólo en el
nivel de exigencia de lo intelectual contemplativo se rememora. Reconócete las cosas de la vida terrena –objetos, árboles, animales, actitudes,
sentimientos, personas, virtudes, cualidades, anhelos, en fin- al recordarlas.
Se llama esa revelación reminiscencia, anamnesis. ¿De dónde provienen esas
recordaciones? En sus diálogos Fedón, Menón, en algunos otros más
Platón habla del reino de las Ideas en
el cual el espíritu residía antes de nacer a la vida biológica. Mostrarían las
Ideas las versiones originarias, perfectas, absolutas, en su ser de las cosas,
de los sentimientos, de las virtudes inmersas en la justicia, la belleza, el
bien, el agathón, también
absolutos entre sí. Constituye ello el saber verdadero, eterno, incorruptible,
inmutable. Genera ese supramundo su réplica en la contingencia terrenal a la
manera de una transposición imperfecta sometida a los torbellinos de la
compleja ventura material, y en el caso del humano de sus necesidades, de sus
apetitos, de sus emociones, pasiones. Después de nacer éste se topa otra vez
con las cosas, sin embargo se sorprende, doblemente: por reconocerlas y por
irreconocerlas, las rememora en el alma pero las olvida en la borrosidad lúdica
sensible de la presencia (¿revelación /ocultación). Se despierta entonces en él
el anhelo de precisarlas con el pensamiento reminiscente, de volverlas a ver
con aquella venustidad y nitidez de
otrora; en esa búsqueda la ciencia nace, la pasión por la verdad, además la
aspiración de retornar al reino de las Ideas.
“Pero añadió Sócrates -¿qué piensas
de lo que te he dicho de que aprender no es más que recordar, y por
consiguiente, que es necesario que nuestra alma haya existido en alguna parte
antes de haberse unido al cuerpo? (…) toda Idea existe en sí, y que las cosas
que participan de esta Idea toman de ella su denominación”. (Platón, Fedón.
México, Porrúa, 1972. pp. 413, 420)
Troquela el filósofo dicha tesis, conceptualmente, en Menón:
(…) “En efecto lo que se llama buscar y aprender no es otra cosa que recordar”.
(México, Porrúa, 1972- p- 213)- Canta Paz Castillo en precisa estrofa, difícil
para quien no se filósofo puro, exigente en su disciplina, adscrito a esa
tesis, conocedor de la filosofía griega clásica así como de la lengua griega.
No obstante, sin menester de alcanzar tal nivel intelectual aportará el mundo
platónico a algunos postas atraídos por esa lontananza un ámbito fértil, nutricio para su imaginación dentro
de la singularidad creativa de cada quien. Disfruta Paz Castillo una bien
digerida educación humanística a la par de su profunda asunción del
catolicismo. Se dio por ello en él, fluidamente, un tránsito del reino de las
Ideas de Platón al Paraíso judeo-cristiano aunque siempre se mantuvo la noción
esencial del filósofo griego. En cualquier católico dogmático (en el buen sentido de la frase) la
substitución hipostática de Nietzsche en una
oportunidad: “el cristianismo es un platonismo para el pueblo” (Citado
por M. Heidegger en Introducción a la metafísica. Barcelona, Gedisa,
1997. p. 101). Paz Castillo en conmovedores y diáfanos versos lo expone,
“Así conserva en su conciencia
oscura
la voz de humillación que lo lanzara
de su vida floral del Paraíso.
Y por más que se acerque a la
ventura,
que la tenga en sus manos,
siempre lo llama la perdida tierra:
ese sueño de
dicha que suyo,
cuando suyo eran el canto y su
sentido,
y suya el agua y su lenguaje simple,
y suyo el viento animador de
espigas,
y suyo el tiempo
-sin ayer ni mañana-
en su fecunda juventud eterna”. (LA
VOZ DE LA SELVA).
Interesa, al fin y al cabo, a los amicí poesis el
espléndido producto final bien acabado, el poema. De allí el sentido del rótulo
de este escrito, en la confusión de la esperanza la poesía sobrevive. Gracias a
esa sobrevivencia los leales amorosos de los versos disfrutar pueden esta pequeña oda de Fernando Paz Castillo,
“Más allá de la noche
y de la estrella
y del silencio
te he encontrado
-nueva y perfecta-
manantial de la noche perfumada;
semilla de luz
-luz tu misma-
y esencia melodiosa de silencio”. (ENCUENTRO)-
Notas: Pertenecen los poemas de Fernando Paz Castillo
reseñados, supra, a su libro Poesías escogidas, 1920.1974 (Caracas,
Seguros Horizonte, 1974)
Lubio Cardozo, poeta ambientalista venezolano.


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