¿Quiénes son los Solarianos?
Los Solarianos no nacieron de una casta, ni de una raza, ni de una tecnología específica. Surgieron como una respuesta ética, filosófica y energética al colapso. No eran superhumanos, sino humanos superconscientes. Gente común que, en el umbral del abismo, eligió el Sol como aliado, brújula y corazón.
Mientras las grandes
potencias del siglo 28 invertían en armas climáticas y colonias para los ricos en Marte,
un grupo de soñadores construyó ciudades solares autosustentables en los lugares más insólitos del planeta: los Andes australes, los desiertos de Irán, las selvas flotantes del Amazonas. No confiaban en gobiernos, sino en la energía inagotable que amanecía cada día.
A estos grupos se les llamó despectivamente "solarianos".
Pero cuando el Gran Enfriamiento del Siglo 29 convirtió la Tierra en una esfera de hielo y oscuridad, solo ellos resistieron.
Los Solarianos eran los guardianes del fuego solar, los portadores del conocimiento perdido, los arquitectos de un mundo post-carbono, post-ego, post-caos.
El siglo 30 comienza con luz propia
En el año 2908, una cadena de explosiones nucleares en el hemisferio norte alteró el eje terrestre. La atmósfera, ya debilitada, colapsó parcialmente, y el planeta entró en una era glacial instantánea.
Las megaciudades desaparecieron bajo tormentas de nieve ácida. La agricultura colapsó. Los océanos se congelaron. El hambre y el silencio se apoderaron del planeta.
Pero las colonias solarianas,
alimentadas por domos de captación heliotérmica, biotecnología regenerativa y redes de inteligencia solar artificial, prosperaron en medio del fin del mundo.
Para el año 3001, los Solarianos habían cartografiado los restos de la humanidad y enviado misiones de rescate. Fundaron la Nueva Confederación Solar, una alianza planetaria basada en tres principios:
La energía es un derecho universal.
La tecnología debe imitar a la naturaleza.
El Sol es nuestro centro, dentro y fuera.
Las ciudades solarianas
brillaban como joyas sobre un mundo herido, no solo por su tecnología avanzada, sino por la armonía cultural, ecológica y espiritual que emanaban. Las antiguas fronteras se desdibujaron. Ya no había países, solo ecosistemas solares interconectados.
El planeta no fue reconstruido. Fue reimaginado.
Y así comenzó el gobierno de los Solarianos: no como una tiranía, sino como una alianza consciente entre la humanidad y el astro que siempre la acompañó.
Lubio
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