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domingo, 11 de mayo de 2025

En el Siglo 30, el mundo sera gobernado por los Solarianos

 


¿Quiénes son los Solarianos?

Los Solarianos no nacieron de una casta, ni de una raza, ni de una tecnología específica. Surgieron como una respuesta ética, filosófica y energética al colapso. No eran superhumanos, sino humanos superconscientes. Gente común que, en el umbral del abismo, eligió el Sol como aliado, brújula y corazón.

Mientras las grandes


potencias del siglo 28 invertían en armas climáticas y colonias para los ricos en Marte,


un grupo de soñadores construyó ciudades solares autosustentables en los lugares más insólitos del planeta: los Andes australes, los desiertos de Irán, las selvas flotantes del Amazonas. No confiaban en gobiernos, sino en la energía inagotable que amanecía cada día.

A estos grupos se les llamó despectivamente "solarianos".


Pero cuando el Gran Enfriamiento del Siglo 29 convirtió la Tierra en una esfera de hielo y oscuridad, solo ellos resistieron.

Los Solarianos eran los guardianes del fuego solar, los portadores del conocimiento perdido, los arquitectos de un mundo post-carbono, post-ego, post-caos.

El siglo 30 comienza con luz propia

En el año 2908, una cadena de explosiones nucleares en el hemisferio norte alteró el eje terrestre. La atmósfera, ya debilitada, colapsó parcialmente, y el planeta entró en una era glacial instantánea.


Las megaciudades desaparecieron bajo tormentas de nieve ácida. La agricultura colapsó. Los océanos se congelaron. El hambre y el silencio se apoderaron del planeta.

Pero las colonias solarianas,


alimentadas por domos de captación heliotérmica, biotecnología regenerativa y redes de inteligencia solar artificial, prosperaron en medio del fin del mundo.

Para el año 3001, los Solarianos habían cartografiado los restos de la humanidad y enviado misiones de rescate. Fundaron la Nueva Confederación Solar, una alianza planetaria basada en tres principios:

La energía es un derecho universal.

La tecnología debe imitar a la naturaleza.

El Sol es nuestro centro, dentro y fuera.

Las ciudades solarianas


brillaban como joyas sobre un mundo herido, no solo por su tecnología avanzada, sino por la armonía cultural, ecológica y espiritual que emanaban. Las antiguas fronteras se desdibujaron. Ya no había países, solo ecosistemas solares interconectados.

El planeta no fue reconstruido. Fue reimaginado.

Y así comenzó el gobierno de los Solarianos: no como una tiranía, sino como una alianza consciente entre la humanidad y el astro que siempre la acompañó.

Lubio 

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