Asi han transcurrido los últimos años del histórico pueblo de Macuro, ubicado al sureste de la peninsula de Paria, estado Sucre, Venezuela, la tierra visitada por Cristóbal Colón en su tercer viaje hacia América a finales del siglo XV.
Lo único que alimenta de corriente eléctrica a los hogares del pueblo es una vieja planta a gasoil, que genera energía eléctrica, la cual pasa hasta tres meses sin lograr ser reparada, debido a la precariedad del transporte marítimo hacia esa comunidad, haciendo cuesta arriba, en principio, surtirle con regularidad combustible y lo mas dramático, reparar la planta oportunamente, que en condiciones normales no funciona, debido a las innumerables fallas que en ella se producen. El unico recurso certero es encender velas y esperar que ocurra en las meses siguientes el milagro de una pronta reparación.
De una comunidad de 33.000 habitantes para el año 2001, hoy en el 2022, se estiman 1000 habitantes, que luchan tenazmente para no dejarse morir. Hablamos de unas 200 familias aproximadamente que aun quedan en Macuro
Un pequeño sistema fotovoltaico instalado en los techos de cada casa de 1 kilowatt, que representa 2 paneles o módulos solares de al menos 500 watts cada uno, mas baterías para almacenar 2 kilowatts diariamente, seria suficiente para garantizar energia eléctrica a los hogares de Macuro, 24 horas por 7 dias a la semana, ininterrumpidamente al menos por 30 años mas.
Estamos hablando de instalar un total de 200 kilowatts en los techos de las familias de Macuro. Un inversion mucho menor a continuar reparando en el tiempo la vieja planta de gasoil o sustituirla.
Una solución que no require de mantenimiento, o es muy poco y una gran oportunidad de disfrutar en todo su esplendor ese Sol radiante que ilumina a Macuro cada dia de su existencia.
Totalmente injustificado, que en pleno siglo 21, venezolanas y venezolanos vivan a oscuras, por el desconocimiento de otras fuentes más confiables de energia eléctrica.
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