La consolidación de parques ecoturísticos, que adelanta la Fundación Azul Ambientalistas, además de representar el necesario resguardo de zonas ricas por su biodiversidad o de ecosistemas particularmente vulnerables, constituye una manera de acercar al ciudadano común, de poner cerca de sus manos y ojos la alta idea de lo ecológico, del conservacionismo y del ambientalismo.
Estos reservorios de vida silvestre, ahora protegidos por el estado, forman parte del día a día de comunidades, son cercanos a su existencia cotidiana, a su escuela, a sus calles, a sus casas y a sus ciudades. Estos ambientes rescatados y saneados, proveen a los poblados que hacen vida en su entorno de una mejor calidad de vida en todo sentido: aire puro, agua confiable, cielos limpios, la fragancia de la hierbas, la belleza de los árboles, la simpatía de los animales silvestres, la amabilidad -en fin- de una naturaleza no maltratada, no irrespetada.
Los bosques, lagunas, manglares, caños, ríos o laderas montañosas, que hoy forman parte de la apuesta de la Fundación de desarrollar el turismo bajo la premisa de la responsabilidad ambiental, son terrenos fértiles para formar una nueva conciencia ciudadana frente al medio que nos rodea, dando paso a un individuo que se sabe parte de la naturaleza y que la asume con respeto.
Es decir, cada una de las personas cuya vida se desarrolla en torno a estas estancias ecológicas tiene el compromiso de vida de asumir su defensa, teniendo como brújula instrumentos como la Ley Orgánica del Ambiente, Ley Penal del Ambiente, Ley de Aguas, Ley de Bosques, entre tantas otras., que serán la orientación necesaria para enfrentar las deforestaciones, luchar abiertamente contra los contaminadores del agua, de los terrenos adyacentes, defender el valor de los animales silvestres y denunciar en el seno de la comunidad a los cazadores furtivos quienes no necesitan la carne de los animales que asesinan.
Los grandes proyectos de parques de cobertura nacional constituyen enormes conquistas positivas de la humanidad, pero por la dinámica social permanecen lejos del ciudadano de la ciudad o de los campos, quienes acceden a ellos de forma indirecta a través de la televisión, cine, internet, libros o revistas; mas el pequeño parque ecológico es un bien preciado para quienes conviven en torno a él, es como su casa grande inmediata. ¿Quién no ama a su casa, a su hogar común?, ¿quién no quiere vivir con su familia en un espacio ameno, sano, arbolado, rodeado de verdor, de frescura, en compañía de simpáticos animales del bosque, mariposas, aves, lagartijas, morrocoyes?
De eso se trata: tenemos grandes esperanzas en estos pequeños parques ecológicos. La Fundación Azul Ambientalistas pone sus recursos humanos junto con el puño de las leyes; a los ciudadanos vinculados a estos espacios para la vida y la paz sólo se les pide su amor activo por la naturaleza.
Lenín Cardozo, ambientalista venezolano – Hugo E. Méndez U., periodista ambientalista venezolano
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