Los tsunamis son considerados amenazas oceanográficas y son definidos como una serie de olas creadas cuando grandes masas de aguas son rápidamente desplazadas por terremotos, derrumbes superficiales o submarinos, erupciones volcánicas, explosiones submarinas (se mueve o tiembla la tierra en el fondo del mar u océano), armas nucleares e impactos de asteroides de considerable tamaño. Estas olas se amplifican al llegar a aguas someras o poco profundas, pudiendo generar daños considerables.
De manera
general, el término tsunami proviene de dos palabras japonesas: Tsu
significa "puerto" y nami significa "ola".
Cuando un temblor desliza tierra bajo
el mar, el agua de la superficie sube y se convierte en una joroba. Esta oleada
empieza a avanzar por la superficie. Después de avanzar por mucho tiempo, la
oleada por fin llega a la costa y choca contra la tierra. Una ola tsunami puede
medir en alta mar 1 m y a medida que se acerca a la costa puede medir entre 7
metros a 33 metros de alto y la ola longitudes de 10 km. Estas olas gigantescas pueden llegar a las costas con un mínimo o ningún aviso
sino existe un monitoreo del fenómeno.
Hoy
día, los científicos pueden determinar con más frecuencia cuándo un tsunami se
está formando. Utilizan el sismógrafo, que los ayuda a encontrar terremotos
bajo el mar. Además, las fotos e imágenes tomadas desde aviones y satélites
espaciales muestran las olas de los océanos. Los científicos pueden enviar
avisos preventivos a ciudades costaneras cuando tienes registros de que una ola gigantesca está
avanzando.
En Venezuela se han
reportado tsunamis desde 1.498 hasta 1.997, en algunos casos con desastres
naturales, teniendo consecuencias en las costas que dan al Mar Caribe. Atendiendo
al contexto histórico, es latente la amenaza de tsunami por deslave submarino
en Trinidad, por erupción de volcán submarino en Grenada y desplazamiento de
fallas geológicas que originen sismos de gran magnitud en el Caribe, que pueden
tener repercusiones en las costas venezolanas.
El Zulia tiene una hoya
hidrográfica representada por el Lago de Maracaibo y, al norte, el Golfo de
Venezuela formando una masa de agua que se conecta con el mar Caribe y ésta al
océano Atlántico. Tomando en consideración estas masas de aguas, pudiera
señalarse que un tsunami producido por un sismo mayor a 8,5 en la Escala de
Richter en una zona del Caribe, podría estar en el grupo de amenazas naturales
identificadas en el área marino costero de Venezuela, teniendo impacto en el
área social, económica y ambiental.
La posibilidad de que ocurra
un fenómeno de esta naturaleza es baja de acuerdo a la documentación histórica.
Sin embargo dentro del lago se han registrados olas de 3 y 4 metros producidas
por tempestades, teniendo consecuencias en las líneas de costas pobladas,
embarcaciones o en los puertos que se localizan en las riberas de nuestra
región.
Desde el punto de vista de
la prevención de riesgos naturales, las autoridades regionales mantienen planes y
programas a fin de promover estudios para
determinar las distribuciones espaciales, la intensidad y frecuencias de
ocurrencias de los distintos fenómenos considerados como amenazas, su
compresión y posible predicción, a fin de poder estructurar los análisis de
riesgo y sistemas de alerta temprana, mediante los cuales se pueden minimizar
los impactos que estos fenómenos puedan ocasionar en las personas, los bienes y
el ambiente.
Por: Pedro Emiro Machado, Experto en Geociencias / Lenin Cardozo
Según las investigaciones desarrolladas por la Universidad del Zulia, existe un sistema de fallas tectónicas primarias que involucra las fallas de Santa Marta, de Boconó y del Caribe, las cuales forman un triángulo llamado bloque tectónico del Zulia “casi independiente de lo que significan como tal los bloques tectónicos del Caribe y de América del Sur, que influencian principalmente a la región”. Adicionalmente, se estudió un sistema de fallas secundario: falla de Oca-Ancón, cerca de Isla de Toas; de Icotea, pasa por el Lago de Maracaibo; y de Valera; éstas son transcurrentes, tienen corteza partida y producen movimientos sísmicos que no pasarían de 4 grados. Bajo esta escala pudiera pensarse que no puede ocurrir, pero debemos estar preparados, la naturaleza responde a muchos factores que escapan al control humano.
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