En las regiones subárticas de América del Norte, Europa y Asia se encuentran los bosques boreales, la cual cubren casi el 30 por ciento de la superficie forestal total de la Tierra. La flora y fauna de estas regiones están habituadas a largos y severos inviernos, que pueden durar hasta seis meses con temperaturas medias por debajo de cero, y cortos (de 50 a 100 días sin heladas) veranos. Así mismo, dichos bosques almacena grandes cantidades de carbono, manteniéndolos fuera de la atmósfera. Aun cuando estos bosques siguen estando en gran parte intactos, en el presente se enfrentan a los más severos aumentos esperados de temperatura en cualquier lugar de la Tierra.
Los estudios científicos para
predecir las interacciones entre el cambio climático y los ecosistemas como los
bosques boreales muestran que el hábitat boreal se expandirá hacia los polos en
las próximas décadas debido a que estas regiones del norte se volverán más
cálidas y húmedas como consecuencia al aumento
de las temperaturas globales.
Según los investigadores, el
calentamiento inducido por el cambio climático podría elevar las temperaturas
de algunos de estos ecosistemas por hasta 11 grados centígrados (19,8 grados
Fahrenheit) para el final del siglo, lo que podría llevar a una mayor
precipitación, que tampoco sería suficiente para compensar la sequedad causada
por el clima más caliente.
Además, el deshielo se liberaría carbono en forma de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono y metano, creando un circulo de retroalimentación del calentamiento global, situación está que produciría en grandes áreas de los bosques boreales un acelerado empobrecimiento o un drástico cambio a pastizales o matorrales.
Una extensa
revisión de estudios publicados en la revista Science encontró que el bosque
boreal no puede migrar al norte lo suficientemente rápido como para superar los
impactos de un clima cambiante. De ahí que un boreal seco sufrirá
nuevas enfermedades, plagas de insectos
y enormes incendios forestales.
Aun cuando
dichos bosques buscaran moverse en su instinto de supervivencia vegetal, hacia
el norte, sus avances serán muy lentos, a una rata estimada de cada 100 metros por década,
por lo cual se corre el peligro de transformarse o reducirse a un paisaje mezclado con arboledas separadas por pastizales abiertos. Convirtiéndose
en alguna variedad de sabanas.
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