…”por los bellos dones de las Musas ceñidas de violetas y por la
dulce lira de los cantos”… Safo
Conforman
las piedras circuidas por las espirales del vacio el Universo, en la amorosa dynamis eterna del Caos uncido al Cosmos, infatigables
espíritus de la existencia. Hay entre ellos un rey, el sílex junto a su corte
de mil nombres minerales, origen o principio de todo lo demás. En este bello
planeta llamado Gea por los griegos, Tellus por los romanos de la latinitas, Tierra en nuestra voz,
sobre sus rocas descansan los océanos, sobre sus riscos comenzaron un largo
camino los líquenes, los licopodios, los musgos, los gimnospermas, hasta el
advenimiento de los árboles con flores, los insectos, los vertebrados, el
humanus. Si paseando por un camino alguien una menuda piedra recoge y grita:
“¡Tengo en mi mano un pedazo de Universo!”… Dice la verdad sin lugar a dudas. Ese mismo grito pero en el tejido de los versos expresado para armar sus diáfanas odas, lo disparó a los cuatro
vientos Nada Salas en su primer poemario ‘ Lapislázuli’ (1993).
Las
composiciones de este singular libro de Nada Salas, rinden un homenaje a los
minerales dotados de la sorpresa, lejos de cualquier calificativo banal, van
sólo en esas páginas por cuanto poseen algo robado a la naturaleza del
relámpago.
Disciplinada
poeta
Nada Salas, ante estas piedras admirables cualquiera tentación erudita soslaya,
apenas un poco de su encantamiento extrae, para equivalerlo con aspectos
de la vividura del humano enamorado del Universo:
ZAFIRO
Pedazo de cielo
venido a menos.
Añico
del techo celeste.
De la profunda tierra
sumida
en tinieblas
precioso tragaluz.
(…)
(p. 189)
Este
ludismo de cruzar los ejes de la gracia del metal con
perfiles de la contingengencia del viandante muy bien lo registra en
“EL
AZOGUE
(…)
¿De
qué fragua fantástica
manan
tus gotas
pulidas
y pesadas?
¿En
qué magnífico manantial
fueron
forjadas?
(…)
Azogue. Tan desconcertante
como el mismo corazón
del hombre:
Puedes roer como un
diente feroz
y brillar, a la vez,
como
la Luna
redonda.” p. 41).
El
ámbito inmediato, continuo, envolvente de los guijarros, de los riscos, de la arena milagrosamente compactada en sus brillantes formas, se
nomina celeste atmósfera, maternal abrigo transparente del Planeta. Entiendo
acá, erigió con sus sentimientos junto a sus reflexiones sobre las estrofas, la
poeta, un ara de ofrenda lírica al gran ciudadano de la humanidad Alejandro de Humbolt “el
descubridor científico del Nuevo Mundo” tal lo definió Bolívar. Pues bien,
vuelca la atmósfera desde las estrellas la cornucopia de los prodigios de la
luz, de los vientos, de la lluvia, el rayo siempre sorprendente, la fiesta del trueno, la femenina inquietud del
relámpago, el esplendor de la nieve, la vorágine de los huracanes, las
tormentas del malhumorado Bóreas o las cálidas corrientes empujadas por el
muelle Notos, ya la en todas partes Aura -la tan deseada brisa- ya Céfiro con su viento suave, templado, del oeste
-tan amado de los trovadores.
Para
aquellos antiguos griegos -creadores de Occidente- eran las
Horas: Eirene, Eunomía, Dike, las responsables de los caballos del Sol,
custodiaban las puertas del cielo, disponían las nubes, atalayas en fin del
clima, de la temperie.
Una
vez le preguntaron al filósofo ´presocrático Anaxagoras de Clazomene (s. V a. c.) cual fin tenía la vida, él respondió: “para contemplar
el Sol, la Luna ,
las estrellas, el cielo”…Más de dos mil años después Kant categóricamente
afirmará en el ‘Colofón’ de su ‘Crítica de la razón práctica': “Dos cosas
colman el ánimo con una admiración y una veneración siempre renovadas y crecientes,
cuando más frecuente y continuamente reflexionamos sobre ellas: el cielo
estrellado sobre mí y la ley moral dentro de mí.” Pero revelar en la red de los
versos ese capítulo del Planeta Azul fácil no resulta. Además de la autenticidad de la empatía erótica con la
tierra, el vate o la vidente deben poseer la fortitud del vocablo helénico
“parresía”: con esa voz los escritores grecorromanos identificaban la libertad
del lenguaje, la autonomía de hablar, la franquía de decir, hasta de disparatar
por placer. Mas la libertad de la palabra exige valentía. Clamaba Pïndaro con
vehenencia por esa virtud para los cantos de sus coros: “Oh augusta Musa, madre
nuestra, yo te suplico”…(NEMEA III).
Palabra
libre, coraje, belleza el alma poética esencian. Nadie es dueño de la poesía -a no ser Homero, Píndaro, Garcilaso, Darío-, el regalo
divino de la creatividad lírica no posee dueño, sí la máxima exigencia, sí
apuntar hacia lo bello en el espacio de la ódica. Escribió Nada Salas a la
atmósfera, a su intrincada riqueza fenoménica, un hermoso opúsculo: ‘Celajes’ (2011). Laboreo sutil, videncia,
emotividad verbal para depositar en esos cantos el inquietante relampagueo de
lo sorpresivo, transmutado en brillo, en artisticidad expresiva. Certum esse:
Se pone ante los ojos
del lector el inmediato poema al azar tomado.
CIELO
ABORREGADO DE NUBES
Guiados
por
pastores invisibles,
al
son de pifanos
inaudibles
por la grey de abajo,
en trashumancia serena y segura,
hacia
ignotos prados
se
desplazan
por
los campos celestes.
¡Qué
solemnidad silente!
¡Qué
contraste con el paso
de la gárrula gente
que
no sabe
cómo orientar sus pasos,
mientras en turbelento desfile
se
traslada
hacia los ineludibles
prados del poniente!”
(p.
27).
La
poesía libertad significa, pero esa libertad requiere de la valentía en el hacerse, necesita aventura, audacia en la creatividad verbal
-‘poietiké’. El sacro misterio milagro de la belleza, el coraje de ser
aportativo, la palabra franca, la esencia de la lírica vigorizan. Presente
dicha ‘virtus fortitudinis’ en Nada Salas, porello en sus textos ódicos se
atrevió plasmar los alaridos de la fronda, el murmullo de la floresta. ‘Raigambre’ (2001) un fehaciente obsequio
del valor de escribir así sobre este horizonte de laberíntico mundo del Planeta
Azul, más de cien odas para celebrar el reino vegetal. Grita la Madre Gea sus salmos al
través de las formas de sus criaturas. Sabe oirlas Nada Salas. Escucha el díalogo de las
plantas con el viento, el clamoreo de los cerros, de los ríos, del mar, el
bramar de las ventiscas, el rin-rin del grillo, el trombón de los abejorros, el
croar de las ranas, el serio rugir de los felinos, el trino de los pájaros
celajes. Con la misma devoción por los escenarios botánicos de este Continente del cantor de la “Zona Tórrida”
Andres Bello, vertió con sabiduría la poeta en las estrofas de ‘Raigambre’ las
cantigas de los padres árboles percibidas por el encantamiento del verdor,
mediante la constante presencia del entrecruzamiento lúdico de los entes de la naturaleza
exterior con la ventura íntima del humano, así pues tradujo al papel el susurro
de
EL
MANGO
Pomo paradisíaco.
Seductora manzana de la Zona Tórrida
nacida de ramaje
que periódicamente
-ya porque la Luna
brilla
ya porque las aves cantan
y perfume esparce la brisa-
al aire decide echar una cana
cambiando por rojo cobrizo
el verdor de su cabellera.
Si
en el jardín de Hurácan
fuiste modelada
por voluptuosas manos sin forma.
Si
te sazonaron
los ósculos miel-canela
del astro canicular.
Si
te pintó
el
pincel abigarrado
del ocaso tropical.
Si hálitos ajenos a esta tierra
aromaron
a delicia de tu pulpa…..
¿Serían
tus carnes de Eva
y
no las curvas de una fruta
con
casto corazón de nieve
lo que Adán no pudo resistir
allá en el Edén?”
p.
80).
Las
amadísimas Diosas de los dominios nemorosos, las selvas, la fauna silvestre, Artemis, Diana, al contemplar el laboreo composicional de Nada
Salas, agradecidas sonreirán por la amorosa centinela de sus reinos aunque sólo
utilice para la defensa de esos territorios las saetas de sus ritmos.
Hasta
el presente (2112) en cada unidad composicional lírica de Nada Salas tres ejes paradigmáticos rielan: el ente proveniente del paisaje
sólo iluminado en su belleza, la cual a si vez reflecta el gesto, un rasgo
espiritual de la poeta o de otro noble humanus, segundo eje; el tercer nivel
reposa en el tratamiento literario de la elocución, en su melodía, en la escogencia de los vocablos, en
la elegancia expresiva: en este último carril, meramente formal, la voluntad de
lo novedoso perfila, basada en la unicidad, en la imparidad bien tramada de
dichas odas cual invisibles estructuras de apoyo a la sorpresa, de invitación a la lectura.
Celebre, a colación, el axioma de León Tolstoi: “Sin novedad no hay
arte”.
Ocupa
el reino animal el corpus de su grato libro ‘Arca de Papel’ (2006). Admírase la espontaneidad de la escogencia de sus invitados a la
eternidad del canto, igual así su bondad de alumbrar a estos amables compañeros
-suelo nominarlos, por lo menos a los vertebrados, ‘humánidos’ de la maravilla
de la andanza. Tal vez la poesía para Nada Salas la gran aventura durante su peregrinaje por el
dilatado país de los días signifique. Pero ¿de dónde brota esa singularidad de
su escritura lírica? ¿Reminiscencias de la absoluta noche originaria
interpeladas cual un don o un destino, enhebradas en estrofas mediante la
imaginación enriquecedora? Misteriosa
(¿explicita evocación por ello?) su composicion ‘Falena’ del mencionado
opúsculo,
“Noctívaga.
En desatinada errancia
su
solemne vuelo.
Desde la
oscuridad del insomnio
aterrizó
delante
de mi lecho.
De
la luz enamorada
condenada
a ser sombra.
Fantasma
en solitaria ronda
buscando
adónde
despojarse
de su pena.”
(p. 53).
La
esencia de la creatividad de Nada Salas libertad se llama,
insisto. Exige la anámnesis expedita vía, franquicia elocutiva sobre los rieles
de una auténtica musicalidad para asomarse a lo recóndito por los postigos de
los versos. Hace más de dos mil años el dramaturgo romano Gneo Nevio (s, II a.c.) lanzó su
solemne a la par de famoso reto: “Libera lingua loquemur” (“dejemos la lengua
hablar con
libertad”)…
“QUETZAL
En cenital ascenso
desprendida del arcón de la selva
una esmeraldina gema
enjoya
el
aire de la mañana.
¡Es
un quetzal en vuelo!
(…)
(p.
95)
¿Es
Nada Salas, su poesía, cual esa ave?
NOTA:
Inicia el rótulo de este escrito la palabra KOSMOS, en laude a la monumental
obra de Alejandro de Humbolt, ‘Kosmos o descripción física del mundo’ (Berlin, 1845-1859), rica en abundantes descubrimientos e investigaciones aportativas del ilustrísimo intelectual alemán. Nada Salas, heredera
sentimental del gran hombre, le prodiga, indirectamente, tributo con su obra
lírica.
Lubio
Cardozo, poeta ambientalista venezolano
Mérida
Breve reseña biográfica de Nada Salas
Nada
Salas es de nacionalidad croata, nacida en Chicago y ciudadana venezolana por
haber contraído matrimonio con el notable médico merideño Rafael Ángel Salas
Viloria. Profesa la religión católica. Habla croata, inglés, español, y lee
francés, alemán y ruso. Ha viajado por los Estados Unidos, Norte América,
México y Panamá. De Sudámerica solamente no ha visitado Bolivia y Paraguay. Ha
viajado también en Europa por España, Francia, Italia, Alemania y Yugoslavia, y
de África conoce Marruecos. Ella es una mujer de refinada educación y gran
cultura que transmite a su interlocutor el mismo encantamiento que entrega en
sus poemas. Habita en Caracas, donde espera vivir hasta el final de sus días.
Pertenece al Círculo de Escritores de Venezuela. Ahora es feliz cuidando hijos
y nietos. Trabaja en nuevos libros. Uno de motivos humanos, otro para los
animales que se llama Zoociedad, sobre la naturaleza, morfología,
características y belleza inherente a algunos animales. De todo lo anterior ha
escrito zoopoemas como solamente puede lograrlo el talento excepcional del
poeta, y ella lo es en grado sumo, porque serlo es precisamente hallar poesía
donde ella se encuentra y está escondida o se expresa de manera manifiesta. He
allí también el milagro de la poesía, que no solamente es hallar y no sólo
expresar sino saber expresar de manera original y bella. Es ver donde nadie ve;
sentir cuando nadie siente y expresar hermosamente cuando otros no han podido
hacerlo de frente al fenómeno que proporciona la materia prima original y viva,
para poder lograrlo. ¡Oh poesía revelación, hallazgo y milagro! Nada Salas:
Magia de la palabra E nsayo 17 En 1998 recibió el premio Editor´s Choice Awards
de The National Library of Poetry de Maryland, Estados Unidos. En el prólogo de
su libro Lapislázuli, en su columna Candideces, el fallecido escritor y poeta
Luis Beltrán Guerrero dijo: “De la nada ha brotado un mundo poético. Nada Salas
es poeta por la gracia de Dios. Su poesía concentra toda la gama de su sentir y
expresión, cascada de metáforas, peñasco de fulgores, iris de rápidos y
deslumbrantes reflejos. Nada Salas es una artista nata y neta, conocedora de su
propio valer, y por tanto, humilde y orgullosa al par. Ella, gran se- ñora,
sabe de sedas y terciopelos en los salones; gran madre, de pañales infantiles;
sabe de azúcares en la cocina, y de pinceles y colores sobre el lienzo”.
RESEÑA
LITERARIA Por una afortunada casualidad han llegado hasta mí, dos libros de la
escritora venezolana Nada Salas: Arca de papel y Lapislázuli, los que he leído
ávidamente, para mi complacencia. Registra en ellos la naturaleza de las
flores, los árboles, las piedras, las gemas preciosas, los metales. Su
curiosidad sin límites y la aguda observación que posee, le ayudan a desentrañar
lo poético que tiene todo lo que existe. Ninguna cosa escapa a su percepción
atenta e insistente. Es casi increíble que alguien cuyo idioma materno es
extranjero, domine de manera tan perfecta el más puro espa- ñol, el más
atildado castellano. Más aún, quedando estrecho este idioma a su prodigiosa
imaginación, crea las palabras que necesita para expresarse y consigue las
desinencias apropiadas a su objetivo. Se ve que ha estudiado nuestra lengua con
amor, para el apasionado ejercicio de escribir y describir cuanto ven sus ojos
y contempla su mirada. Dispone de un vocabulario infinito para decir y bien
decir lo que su creatividad inventa de manera tan compleja y sencilla. En
algunos poemas muchos “por qué” quedan sin respuesta, sin que este interrogante
mengüe el encanto casi metafísico de ellos. Su talento poético florece en cada
uno de sus poemas y su oído profundo jamás pierde el ritmo de las palabras que
se expresan en verso blanco perfecto. No hay sílabas que sobren en la melodía
subyacente de cada idea.
DORA CASTELLANOS
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