(…)
“pero el espíritu vela como una mariposa
en torno de esa luz que no advierten
los sentidos.”
F. Paz Castillo, “INSOMNIO”
LA POESÍA SOBREVIVE A LA CONFUSIÓN DE LA
ESPERANZA
(Un
aspecto de la poesía de Fernando Paz Castillo).
Dialogar
incesante con el espíritu para hallar la verdad –posible- de la existencia bajo
el Sol ocupa buena parte de la lírica de Fernando Paz Castillo (Caracas
1893-1981). Aunque la dimensión de la vida terrenal, biológica, cotidiana la
abundancia de su presencia ofrece a es pulcro escritor venezolano él sin
embargo nada recibe más allá de lo necesario sin antes ponderarlo en la balanza
de su hondo pensarlo. Pero pensar para Paz Castillo rememorar significa. La
reminiscencia –la anamnesis- aviva el contemplar cuanto conforma el ámbito
donde se permanece, donde se está junto a las cosas, las personas, los
sentimientos, los aconteceres. Más ese mundo inmediato el poeta lo observa al
través de la certeza sensible, por ello lo sabe imperfecto, confuso, transitorio,
tal una jungla terriblemente tentadora de la misma manera incierta. He allí el
doloroso drama psíquico de este creado vidente: ¿disfrutar la fiesta de la
mentira en medio de las propuestas dudosas de la comarca de la existencia o
esperar virtuosamente el regreso a aquel reino de las Ideas de Platón,
perfecto, puro, justo, bueno, bello, la kalokagathía? Tomar una decisión fácil no resulta por cuanto el poeta siente cual
humano la fruición de los frutos fragantes esparcidos a lo largo del camino.
(…)
“¡Mira!: el alba rosada se tiende
sobre el huerto…
Todo se torna joven; sólo tú, alma
mía,
como la mariposa de la noche de
invierno,
te has quedado en la sombra,
prisionera de la sombra,
cual sombra de otra vida que viví en
otro tiempo.”
(HOY LA MAÑANA HA VUELTO”).
Sólo en el
nivel de exigencia de lo intelectual contemplativo se rememora. Reconócete las cosas de la vida terrena –objetos, árboles, animales, actitudes,
sentimientos, personas, virtudes, cualidades, anhelos, en fin- al recordarlas.
Se llama esa revelación reminiscencia, anamnesis. ¿De dónde provienen esas
recordaciones? En sus diálogos Fedón, Menón, en algunos otros más
Platón habla del reino de las Ideas en
el cual el espíritu residía antes de nacer a la vida biológica. Mostrarían las
Ideas las versiones originarias, perfectas, absolutas, en su ser de las cosas,
de los sentimientos, de las virtudes inmersas en la justicia, la belleza, el
bien, el agathón, también
absolutos entre sí. Constituye ello el saber verdadero, eterno, incorruptible,
inmutable. Genera ese supramundo su réplica en la contingencia terrenal a la
manera de una transposición imperfecta sometida a los torbellinos de la
compleja ventura material, y en el caso del humano de sus necesidades, de sus
apetitos, de sus emociones, pasiones. Después de nacer éste se topa otra vez
con las cosas, sin embargo se sorprende, doblemente: por reconocerlas y por
irreconocerlas, las rememora en el alma pero las olvida en la borrosidad lúdica
sensible de la presencia (¿revelación /ocultación). Se despierta entonces en él
el anhelo de precisarlas con el pensamiento reminiscente, de volverlas a ver
con aquella venustidad y nitidez de
otrora; en esa búsqueda la ciencia nace, la pasión por la verdad, además la
aspiración de retornar al reino de las Ideas.
“Pero añadió Sócrates -¿qué piensas
de lo que te he dicho de que aprender no es más que recordar, y por
consiguiente, que es necesario que nuestra alma haya existido en alguna parte
antes de haberse unido al cuerpo? (…) toda Idea existe en sí, y que las cosas
que participan de esta Idea toman de ella su denominación”. (Platón, Fedón.
México, Porrúa, 1972. pp. 413, 420)
Troquela el filósofo dicha tesis, conceptualmente, en Menón:
(…) “En efecto lo que se llama buscar y aprender no es otra cosa que recordar”.
(México, Porrúa, 1972- p- 213)- Canta Paz Castillo en precisa estrofa, difícil
para quien no se filósofo puro, exigente en su disciplina, adscrito a esa
tesis, conocedor de la filosofía griega clásica así como de la lengua griega.
No obstante, sin menester de alcanzar tal nivel intelectual aportará el mundo
platónico a algunos postas atraídos por esa lontananza un ámbito fértil, nutricio para su imaginación dentro
de la singularidad creativa de cada quien. Disfruta Paz Castillo una bien
digerida educación humanística a la par de su profunda asunción del
catolicismo. Se dio por ello en él, fluidamente, un tránsito del reino de las
Ideas de Platón al Paraíso judeo-cristiano aunque siempre se mantuvo la noción
esencial del filósofo griego. En cualquier católico dogmático (en el buen sentido de la frase) la
substitución hipostática de Nietzsche en una
oportunidad: “el cristianismo es un platonismo para el pueblo” (Citado
por M. Heidegger en Introducción a la metafísica. Barcelona, Gedisa,
1997. p. 101). Paz Castillo en conmovedores y diáfanos versos lo expone,
“Así conserva en su conciencia
oscura
la voz de humillación que lo lanzara
de su vida floral del Paraíso.
Y por más que se acerque a la
ventura,
que la tenga en sus manos,
siempre lo llama la perdida tierra:
ese sueño de
dicha que suyo,
cuando suyo eran el canto y su
sentido,
y suya el agua y su lenguaje simple,
y suyo el viento animador de
espigas,
y suyo el tiempo
-sin ayer ni mañana-
en su fecunda juventud eterna”. (LA
VOZ DE LA SELVA).
La angustia
de Fernando Paz Castillo por el destino del espíritu, o de manera más
singularizada, por el suyo, ocupó su tiempo de solitariedad contemplativa de su
pensamiento indagante en busca de respuestas a los grandes retos de la
imaginación, de las hondas preguntas eternas. Representó su puerto de
consolidación inmerso en las brumas del naufragio de toda vida esa simbiosis
del reino de las Ideas de Platón, visto a través de una profunda fe católica,
con el paraíso judeo-cristiano. Significó ello su verdad. Resultó esta
afirmativa categórica fruto de un asentado conocimiento después de dilatadas
lecturas, de mucho trajinar la oportunidad de estar sobre la tierra, de agudas
intuiciones intelectuales, de continuas
meditaciones. No era Paz Castillo un filósofo, ni un científico, por eso el
testimonio de su espiritualidad (o religión pura) y de su certidumbre
(sustentada en las Ideas platónicas) en estrofas, en odas las legó a sus
lectores. Ahora bien, “la belleza es uno de los modos de presentarse la verdad
como desocultamiento” escribió N. Heidegger (Casinos de bosque. Madrid,
Alianza, 1998. p. 40). Valga decir: la verdad; se presenta, en uno de sus
modos, mediante la belleza. Aunque la belleza queda sin definir por lo menos se
conoce uno de sus atributos, la verdad, asimismo, el saberla también un Idea
platónica en su diálogo Hipias Mayor Platón pone en boca de Sócrates
este final axiomático: “Las cosas bellas son difíciles”. (México, Porrúa, 1972.
p. 247). Revela esa originaria categoría de lo Kállos su casi
inaccesibilidad al entendimiento humano. Acuña con igual énfasis dicho aspecto
–así lo percibo- R. N. Rilke, en su “PRMERA ELEGÍA”” canta; (…) “Pues, de lo
terrible / lo bello no es más que ese grado / que aún soportamos. Y si lo
admiramos / es porque su calma desdeña destruirnos”. (Elegías de Duino.
Sonetos a Orfeo). Córdoba, Arg., Assandri, 1956. p. 57). Se da entonces una
relativa, pero siempre lejana, aproximación a la esencia de la belleza. Tomó
ésta en Paz Castillo, necesariamente, la senda legítima de la poesía. Tal vez
esa verdad- belleza lo hizo trovador vidente para dejar las señales de su
desesperanza, de su pensar, en nobles composiciones líricas.
Interesa, al fin y al cabo, a los amicí poesis el
espléndido producto final bien acabado, el poema. De allí el sentido del rótulo
de este escrito, en la confusión de la esperanza la poesía sobrevive. Gracias a
esa sobrevivencia los leales amorosos de los versos disfrutar pueden esta pequeña oda de Fernando Paz Castillo,
“Más allá de la noche
y de la estrella
y del silencio
te he encontrado
-nueva y perfecta-
manantial de la noche perfumada;
semilla de luz
-luz tu misma-
y esencia melodiosa de silencio”. (ENCUENTRO)-
Notas: Pertenecen los poemas de Fernando Paz Castillo
reseñados, supra, a su libro Poesías escogidas, 1920.1974 (Caracas,
Seguros Horizonte, 1974)
Lubio Cardozo, poeta ambientalista venezolano.
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