Una importante pregunta que hasta ahora no teníamos respuesta. Donde residimos solo hay censos para humanos. Como si los otros seres vivos que nos acompañan no existieran o no tuvieran algún valor para molestarnos en saber de ellos. De ahí, que valoramos este extraordinario aporte que les hace reconocimiento a esos ilustres marabinos que silenciosamente y llenos de bondad nos han llenado de verdor, nos acobijan con su sombra y enaltecen el paisaje urbano. También ellos son las ultimas pistas de aterrizaje de la avifauna que revolotean por la ciudad y el lugar de resguardo de otras especies como las iguanas, machorros, insectos entre otros. Un oportuno inventario que como metrópolis lo necesitábamos.
Tener árboles frondosos en la ciudad es un gran privilegio. Son las poderosas fabricas de oxígenos, que mitigan la contaminación y el ruido que producimos, son las primeras barreras que enfrentan a los fuertes vientos y polvorientas, bajo su sombra se producen agradables microclimas, en su regazo conservan la humedad y actúan como vasos comunicantes y succionadores del agua subterránea. Son los hijos más queridos de la naturaleza y nuestros mejores hermanos. Imaginemos por un momento nuestra ciudad sin árboles. Seguro que es difícil de pensarla así. Pareciera que es algo inconcebible pero eso ocurre en el mundo. La ciudad de Pekín es una de ellas. Una gran capital del mundo inmersa en una atmósfera polvorienta y grisácea por el dióxido de carbono que emanan los millones de vehículos que ahí transitan. No hay árboles para purificar su ambiente, ni para filtrar los vientos arenosos que se desplazan por la ciudad y por supuesto la ausencia de ese mágico color verde.
Felicitaciones al equipo editor: al ingeniero Normando González, a las licenciadas Danmary Boscan, Jakeline Cegarra, Cira Antúnez, Yerania Chacin y al biólogo Carlos Rivera a quien se le encomendó la tarea de hacer el inventario y a todos los trabajadores de la Secretaria de Ambiente involucrados en la realización de este útil esfuerzo. Maracaibo es la anfitriona de estos ilustres huéspedes que nos entregan tantas cosas buenas. Llego entonces el momento de conocerlos, de llamarlos por su nombre, de darles su justo valor.
En hora buena esta acción que nos hace mas ciudad!!
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