Recorre la obra lírica de Carlos Augusto León, sin distinguir temas,
fábulas, aspectos, intenciones, una Idea sublimes manifiesta
gallardamente el bien uncido a la belleza. Este pensar genesíaco nutriente de
sus versos ("Es la poesía en su inherencia un pensar"! Heidegger),
expresado con ostensible valor, posee un noble abolengo originado en lo mejor
de la sabiduría de la Grecia clásica, lo nominaron aquellos griegos kalokágathía:
en ese vocablo dos conceptos fundamentales sobre sus dos voces se fusionan para
crear una palabra portadora de una esencia salvante, entre muchas otras, de
Occidente, cuya versión se deja a criterio de la sensibilidad e inteligencia
del lector. Esas dos voces se dicen* kállos (belleza), agathós
(lo bueno, el bien). Escribe Platón en Fedros "Es deífico todo lo
bello bueno verdade_ ro, y todo lo análogo, ello nutre, fortifica las alas del
alma." Constituye, pues, la kalokágathía la Idea de poesía
profunda, sabia, sustentadora de la Ódica de Carlos Augusto León* la belleza
consubstanciada con el bien unida a la verdad (la alétheia)0
"Cada noche es un viaje
un puente que cruzamos." C.A.L., Los dísticos profundos, p. 27*
Presentís la kalokágathía en los disimiles senderos andados por el poeta
en su aventura por el bosque de la palabra encantada. Verso, estrofa,
composición, inclusive los epígrafes, al lado de su contenido primario, hacia
esa Idea apuntan.
Usa en el desarrollo de su discurso filosófico Platón el término kalokágathía
pero sin profundizarlo más allá del lenguaje académico ( República, Filebo
); si saca a la luz Aristóteles la energía contenida en la esencia del vocablo
ductor de este escrito, en sus tratados Ethlca Eudemia, Magna Moralia»
Esa noble actitud existencial del humanus (no del inhumarais) el
cantor Carlos Augusto León sólo por la vía de sus trovas la expone con sutil,
alongada vehemencia, es su pathos cantici.
En un anterior estudio de quien esto escribe titulado "Lo poético en
Carlos Augusto León" ( Paseo por el bosque de la palabra encantada»
Mérida, ULA, 1997* pp. 87-105) se revela el soporte formal escritural de esta Idea:
los recursos expresivos artísticos del lenguaje ódico. Se explicitan en dichas
páginas con expositiva exuberancia la retórica de su lírica uncida
necesariamente a la casuística de sus respectivas apoyaturaso
Sobre esa base retórica fundamental mencionada, dos horizontes hay,
estructurantes definitivos de sus composiciones: una , la asunción de
la música cual otra semántica esencialmente imbricada al sentido de las
palabras de sus estrofas; dos, su percepción del discurrir cotidiano de
su contemporaneidad en su trágica dialéctica con la naturaleza en su acepción
ecológica.
Se estudiaron, para exponer los dos asuntos mencionados, los siguientes volúmenes
de versos de Garlos Augusto León (Caracas: 1914-1997)* El río fértil (1980), el cual a su vez
comprende treinta y ocho poemarios publicados antes de esa fecha; Lo infinito
por decir (1980); Coplas de amanecer para Lupe (1983); Los dísticos
profundos (I984), Juegos del yo (1989). Obviamente: C.A.L., las siglas del trovador.
"EL PAÍS DEL OLVIDO
El país del olvido
no tiene fronteras
ni caminos.
Se llega a él de
pronto cuando no lo pensamos.
0 bien se va
entrando lentamente como en agua dormida.
El país del olvido
no tiene árboles ni nubes
ni nadie que
recorra sus extensiones solas
porque aquel que lo
haga también es ya olvido,
de sí mismo se olvida." C.A.L.,
El río fértil, p. 322.
La
musicalidad de la tierra
Así cual lentamente se expande la luz desde la alta madrugada, iluminando
va uno a uno los diversos objetos, formas, faces del espacio terrestre, les
insufla entidad, les otorga su manifestación, los salva de la ocultación de la
obscuridad, con igual propósito las odas de Carlos Augusto León los variados
aspectos, perfiles, actos dignos de la existencia celebran: vida poética les
dan. Asumió con autenticidad, defendió con valentía, pregonó a los espacios
destinales de la rosa de los vientos -y jamás lo negó- la maravilla del mundo.
Rapsoda, pues, mas no de antiguos versos hazañosos sino de su propia épica,
cantó su amoroso arraigamiento en las estancias de los días. Nada excluyó en el
desenvolvimiento de su ventura composicional, ni el rostro del mal ni la dureza
del dolor, pero siempre privilegió lo bello en sus múltiples niveles, el bien
enraizado en el sentimiento moral en coyunda con la verdad, encabalgados en su
sentida lírica.
"Quisiera para el verso
la nitidez del trino." C.A,L., Los
dísticos profundos, p. 64.
Constituye la poesía una forma, una de las corporeidades de la música, la
vocal. Podría explicarse a la inversa, la música conforma el ser absoluto de la
poesía, con o sin la asistencia de la voz. Un fin, esta vieja aporía en su ir y
venir subsiste en su ludismo. Traído esto a colación por cuanto la musicalidad
singulariza una de las esencias trascendentales patéticas -en el buen sentido
del vocablo- de la pul- cTrritudo poesis del profeta de las Musas Carlos
Augusto León. Más allá de la obvia cadencia inherente a lo lírico, en él la
música significa además transmitir un pensar para acercarse a sus realidades, a
las cosas en si, al noúmeno focalizado (revelación) por el poema,
iluminarlo (desocultarlo), reconocerlo (meminisse), luego entregarlo al
concluir el proceso de la alquimia de la creación videncial, a sus lectores.
Pues bien, esta sustentación rítmico-genesíaca de sus versos una de las
columnas fundamentales de su trova manifiesta. Pero, ¿de dónde viene la
musicalidad de sus estrofas? Sabe el poeta, por su condición intrínseca de
vate, su destino,
ser la voz de la tierra, de la arcilla de la proveniencia, de la greda de
la pertenencia# Representa ella, la tierra, en una de sus múltiples formas, el
soma del humanus. Yace en el cuerpo aunque no inerte ni oculta ni
silente; desocúltase ella, precisamente, al través de la melodía verbal cual
paradigma de su grito, de su mostración sonora; la punta de la saeta en esa
larga evolución de la voz significa# Los sentimientos, las emociones, las
pasiones, el cavilar, la creatividad sólo en el canto corporeidad, realidad,
adquiere/?1 Posee, entonces, la tierra y la Tierra, entendidas en su globalidad —la
Madre Gea: su azul atmósfera, sus aguas, sus piedras, sus climas, sus
Continentes- en su inherencia* el son, la cadencia, la armónica sonoridad, la
cual lanzan -cantigas al mundo- sus hechuras más desarrolladas, los grillos,
las ranas, los pájaros, las ballenas, los genuinos dueños del reino de la
selva, pero la más sugestiva en esa secuencia rítmica de las voces, de los
tonos, lo encarna el humanus. Obsequia también dicha musicalidad la
Madre Gea en el viento, en las olas del mar, en el correr del rio.
(...)
Con el viento que es mar a donde van las voces del hombre, de la bestia, de
la selva dormida, el sonido del día y el rumor de la noche,
a solas con la
vida.” C.A.L., El rio fértil,
p. 155*
”Soy en el Cosmos molécula
que canta.” C.A.L.,
Los dísticos profundos, p. 28.
La naturaleza en su acepción ecológica
Organizó
su concepción del mundo, de su participación en la sociedad Carlos Augusto León
con base a la filosofía del materialismo científico engelsiano, enriqueció esa
visión ideológica de su discurrir el aporte de su formación profesional de
ingeniero civil, conocedor entonces de altos niveles de la ciencia matemática.
Alimentan a la par, adecuadamente, dichos saberes su desarrollo espiritual
junto a sus disciplinados sentimientos. Hombre de una gran bondad innata sin
lugar a dudas, le allegó su seno familiar una muy bien perfilada moralidad la
cual a lo extenso de.
Lubio Cardozo, poeta ambientalista venezolano
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