Venezuela es uno de los pocos países
del mundo donde un vehículo se puede vender más caro de lo que costo
inicialmente. A diferencia de los países “ricos” o despilfarradores, donde el
día que usted adquiere un vehículo, al salir de la agencia ya ese bien adquiere una depreciación en el mercado del
10%. Es decir, si desea venderlo ese mismo día, por tener un primer dueño vale menos y ese
porcentaje de desvalorización se
mantiene anualmente. A tal punto que el
promedio de uso de dichos vehículos están en 5 años. En Venezuela no, un vehículo puede durar con
nosotros fácil hasta 20 años o más, ellos se transforman en un símbolo personal,
lo hacemos parte de la familia y si tenemos que desprendernos de él algún día, nos
da sentimiento. Y cuando se trata de repararlos la creatividad no tiene límites.
Quien no le ha rectificado el block del
motor a su carro? Lo rectificamos a 0.10
o 0.20 o hasta 0.40 y cambiamos los aros que van en los pistones o las conchas y las bancadas que van en el cigüeñal. Reparamos el hidromántico, cambiándole el
juego kits, alternador, motor de arranque.
Reconstruimos los piñones de la caja
(los llevamos a un tornero), igual con los muñones y el brazo pigma del tren
delantero, parachoques, etc.
Los cauchos
nos pueden durar hasta dos años, cuando los cambiamos aun si se ven defectuosos o pelones los podemos vender como “chivas”. Aquí es normal comprar cauchos de segunda así
nos duren dos meses si tenemos suerte y el tren delantero esta bueno, en los países
despilfarradores, abiertamente no se puede comercializar los cauchos de segunda aun cuando si permiten
sacarlos del país (porque para ellos es basura).
En común también en nuestro país,
reparar maletas, bolsos, zapatos, amolar cuchillos, tapizar muebles, etc. Nada
de eso se hace en esos países “desarrollados”, sale allá más barato comprarlos
nuevos que recuperarlos. Aquí reparamos y alargamos la vida útil de esos bienes
porque los valoramos.
El mercado de los Corotos es
otra grata experiencia para conocer, el mismo se realiza ininterrumpidamente en
la ciudad de Maracaibo, Estado Zulia, todos los sábados durante los últimos 22 años.
Aun cuando todo lo que se vende es de segunda o tercera mano a diferencia de
las tiendas de segunda mano de los países ricos, los bienes ofertados son propiedad
de quienes los venden, allá en los otros países, son bienes que llegan vía donación
y luego se venden y parte de las ganancias van para las organizaciones benéficas.
También tiene tradición los mercados de los Corotos de Chuao, El Cafetal y la
Trinidad en la ciudad capital y en el sector La Viña
en Valencia, Estado Carabobo. Pero el punto aquí,
es que esto evidencia, que si hay sectores de la población que sin mucha
teoría económica, entienden el valor de alargarle la vida útil de un bien y que
eso también puede significar entradas o negocio.
En definitiva, lo que
valoramos lo cuidamos, lo hacemos parte de nuestras vidas y si lo reciclamos
nos representa también ganancias. De eso
se trata el enfoque o modelo de la Economía Circular. Hacer de esta actitud un
comportamiento general de nuestra existencia.
Hay preguntas esenciales para
reflexionar sobre ese necesario y urgente cambio de conducta:
por qué no valoramos
el uso del agua potable?
Que con los fenómenos o
desequilibrios climáticos, cada vez tenemos menos. Un litro de agua potable le cuesta al Estado producirlo
(entre insumos para su potabilización, obras de infraestructura para su
almacenamiento y distribución) 0.15
centavos de dólar. Lavar la acera o la
calle frente a nuestras viviendas o lavar un vehículo a “mangueraso” significa desvanecer
10 salarios mínimos y de seguro dejar a
5 familias sin agua una semana.
Por qué no ahorramos la electricidad
en nuestros hogares?
Si cada kilovatio hora le
cuesta al país producirlo alrededor de 1 dólar y lo pagamos a 0.001 dólar. En
un hogar promedio se consume entre 3500 a 4000 kilovatios horas por mes. Una cultura del ahorro en el hogar nos
pudiera llevar a lograr un consumo no mayor de 1000 kilovatio hora. Cada familia al mes le estaría ahorrando a la Nación
750 salarios mínimos.
Por qué no vendemos nuestra
basura?
El 70% de lo que llega a los
basureros municipales se comercializa. De
todo lo que llega el 20% son desechos orgánicos, que al enterrarlos se transforma
en abono o nutrientes para la naturaleza. Dar nuestros desechos sin ningún valor
de cambio es regalar nuestro dinero. Es no valorar nuestra energía de vida que
en algún momento representa o se transforma en dinero para el intercambio o
compra.
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