La economía circular
eleva a la enésima potencia el viejo dicho de "desechos para unos,
tesoros para otros". Lo que durante tanto tiempo se consideraban residuos son
en realidad recursos que se requieren ser
reutilizados. Frente a la economía lineal de usar y desechar en la que hemos crecido, el nuevo modelo propone imitar los flujos de la naturaleza (donde nada
se desperdicia) y cerrar los ciclos productivos en el nombre de la eficiencia y
de la sostenibilidad. El reciclaje ahora es solo el comienzo.
El concepto de la
economía circular (que lleva ya alrededor de medio siglo) finalmente ha logrado echar raíces. La
economía circular es ante todo un concepto optimista, que ve oportunidad donde
antes veíamos desperdicio. Hemos nacido y crecido en una sociedad donde desechar se ha
convertido en un hábito. La crisis económica, la carestía de los
recursos y el cambio climático han abonado el terreno a este modelo que se
impone por sentido común y le dice adiós a la cultura de usar y desechar.
La economía lineal ha
supuesto durante décadas una pérdida irreparable de recursos, circunstancia esta
que obliga a la búsqueda de un modelo que haga mucho más eficientes todos los
sistemas: desde la gestión de residuos a la distribución de la energía,
pasando por el agua, la alimentación o el transporte. La economía circular es
la respuesta al cambio climático porque aspira a cero residuos y
contribuye a bajar las emisiones.
Un interesante ejemplo de la economía
circular es la creciente industria de los “Second hand shop” o comercios con
ropa de “segunda mano” que se han proliferado en el mundo en las últimas décadas
y son parte de la cultura urbana. No solamente venden ropa usada, también zapatos, enseres de casa, libros, CD’s, juguetes, partes
de computación y artefactos eléctricos variados. Aun cuando
muchas personas todavía les huyen a esta variedad de negocios porque no se
pondrían algo usado, los mismos tienen cada vez más usuarios porque además de sus bajos precios que logran derrumbar los
prejuicios, existe también un importante segmento de la población que con plena
conciencia de lo que significa el despilfarro y sobreconsumo son usuarios
permanentes de estas tiendas.
En América, entre las principales tiendas de ropa usada se encuentra Goodwill que opera en 2.700 locales en Estados Unidos y Canadá, mientras The Salvation Army cuenta con alrededor de 1.500 solo en Estados Unidos. A pesar de la inmensa cantidad de puntos de venta, la mercadería es tanta que estas organizaciones terminan vendiéndola a intermediarios que la exportan o las comercializan directamente al exterior. En Centroamérica, por ejemplo, el 87% de ropa usada importada llega de los EE. UU. y el 10% de Canadá.
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