"Si el ser humano
realmente quiere prosperar, tendremos que aprender a imitar el altamente
efectivo sistema 'de la cuna a la cuna' que emplea la naturaleza en el flujo de
nutrientes de su metabolismo, en el cual el concepto de desecho ni siquiera
existe", esta reflexión es parte de uno de los principios del libro
llamado Cradle to Cradle (De la cuna a la cuna) escrito por el químico alemán Michael Braungart y el arquitecto estadounidense William McDonough. En él se explicaba que es necesario
repensar el modo en que hacemos las cosas, empezando por los productos que
fabricamos. Hay que avanzar más allá de la máxima "reduce, reutiliza,
recicla" y abrazar la "eco-efectividad". Donde ningún bien de
consumo debería producirse si al final de su vida efectiva se convierte en
chatarra inservible y potencialmente contaminante.
Como recoge la entrada del libro en Wikipedia, se trata de "un
manifiesto que llama a la transformación de la industria humana a través del
diseño ecológicamente inteligente." En la reseña que Daffyd Roderick firmaba para la
revista Time , "en lugar de fustigar a la raza humana por
su condición de bestias contaminantes, (los autores del libro Cradle to
Cradle) celebran nuestra prosperidad consumista, e insisten en que hay
caminos para convertir este impulso en una parte sana de un ecosistema dinámico
(...).
La propuesta es crear bienes cada vez más
eficientes, reciclables, duraderos y poco contaminantes. Si el mundo sobrevive con diseños que son
destructivos y poco inteligentes, quizá el problema se encuentre en los propios
valores de nuestra sociedad. Bajando a la tierra y manteniendo el discurso
simple: los productos ecológicamente más efectivos no parten de la necesidad de
poner parches al mundo contaminado, sino que han sido desarrollados para lograr
el máximo valor como bien de consumo y como elemento capaz de volver a la
tierra sin incidir negativamente sobre ella.
La eco-eficiencia, o eficiencia ecológica, es
sintetizada en Cradle to Cradle del siguiente modo:
- · Las construcciones deben ser concebidas imitando a los árboles, seres vivos que han perfeccionado técnicas de cobijo, refrigeración y regeneración durante millones de años: es decir, produciendo más energía de la que consumen y depurando las aguas residuales que generan.
- · Las fábricas deberían producir agua potable como efluente.
- · Una vez finalizada su vida útil, los productos no deben convertirse en basura inútil, sino que deben ser devueltos al suelo para que se descompongan y conviertan en alimentos para plantas y animales y en nutrientes para la tierra.
- · Los materiales generados con mayor asiduidad por la industria deben ser recuperados periódicamente para usos humanos y naturales.
- · Los medios de transporte pueden mejorar la calidad de vida y, a la vez, distribuir productos y servicios.
La eficiencia ecológica
propone ir a la raíz: en vez de reducir los consumos de energía, es posible
emplear el mayor número de recursos al alcance para que un producto o servicio
sea concebido como un bien que evite la contaminación, el consumo energético e
incluso sea capaz de aportar al entorno. Sumar en lugar de restar.
Los autores creen que, para
lograr productos con atributos acordes con la filosofía "de la cuna a la
cuna", deben tenerse en cuenta todas las fases de desarrollo del producto:
extracción, procesamiento, utilización, reutilización, reciclaje, etcétera.
William McDonough y Michael Braumgart
No hay comentarios.:
Publicar un comentario