Publicó en
1970 el botánico Dr. Volkmar Vareschi un enjundioso estudio científico sobre la
vegetación de los estratos más altos de la Cordillera de los Andes nativo, lo
rotuló acertadamente Flora de los páramos de Venezuela (Mérida,
Universidad de los Andes. Ediciones del Rectorado. 429 páginas).
Dedicó
el Dr. Vareschi a este exhaustivo trabajo veinte años de su labor profesional,
investigación directa sobre la geografía de la sierra andina, respaldada con la
revisión corrocrativa en los archivos del Instituto Botánico de Caracas bajo la
dirección de tres profesores especialistas en dicha disciplina, los doctores
Tobías Lasser, Leandro Aristigueta, Zoaida Luces. Para la expresión grafica de
las plantas conto con la asistencia del perspicaz dibujante Sixto García.
Comienza el libro con una exacta
definición desde el punto de vista geográfico de cuanto se entiende por páramo:
es la zona de la Cordillera de los Andes venezolanos limitada por las dos fajas
altitudinales comprendidas, infra: el final de la expansión ascendente de las
selvas, supra: el comienzo de las nieves perpetuas, o en términos matemáticos
la franja de la Sierra de Los Andes ubicada desde los 3.200 metros sobre el
nivel del mar hasta los 4.800 metros.
Posee este espacio Altitudinal dos rostros
ecológicos determinados por las dos grandes estaciones climáticas de la región,
de las lluvias de marzo a octubre con una apariencia de fitogeografía deprimida,
la griseidad matiza las formas de la vida; la otra temporada, la seca, más
corta, de noviembre a febrero, (…) “la región entera resplandece como
embriagada de una lectora de flores, el amarillo de los frailejones y de los
arbustos de Hypericum, el rojo de la castilleja, el azul blanquizco de las
Lupinas, las estrellas plateadas de las rosetas (…) y centenares de plantas de
vivos colores cubre el paisaje entero como uno de los tapices florales más
bellos del mundo” (Vareschi pp. 9-10). Pertenecen las plantas emblematicas de
los paramos al género Espeletia conocido en el lenguaje rural con el nombre frailejones,
usado por la publicidad académica en elsímbolo conservacionista de los Andes. “la
mejor época para ver las Espeleticas en plena floración es un período
aproximadamente de tres semanas que tan pronto pueden caer en noviembre como
por octubre” (p. 28).
Cubre esta exhaustiva
investigación botánica ecológica el Dr.Volkmar Vareschiel horizonte descriptivo
completo de la flora paramera cuál un primer nivel básico sobre el que luego se
puede levantar posteriores estudios ecológicos especializados, el impostergable
de la fauna de vertebrados de la zona, las riqueza farmacológica de esas
plantas, la pesquisa de su entomología; y una investigación socioecológica muy
importante, Cómo preservar a esta faja altitudinal de casi mil metros de ancho
en su simple frágil relación con la actividad agraria o turística.
Desarrolló el Dr. Vareschi el
contenido de su libro siguiendo dos vías expositivas para ofrecer al lector
dicha información botánica de manera ordenada, completa: los biotipos y la
taxonomía linnenisna. Se explica la planta al biotipo cuando ésta organizada su
estructura corporal como respuesta configurativa al medioambiente para poder
subsistir o en otras palabras el entorno ambiental paramero impone una
corporalidad (la adecuada forma física) para asegurarle su vida posible. Señala
el Dr. Vareschi los más importantes biotipos de la franja paramera: los
caulirrosulas (ejemplo, el frailejón), las plantas de cojín, las de espaldera, las
de macolla, las de ramillete, las arrosetadas, las geófitas, las terofitas, los
arbustos enanos; cada biotipo va acompañado de su exacto dibujo (p. 39). La
exposición taxonómica sigue -grosso modo- la escalasistemática de Linneo: hongos,
algas, líquenes, briophytas, pteridophytas, gymnospermas, finalmente las angiospermas
planta con flores. Especimenes de cada una de estas familias y géneros
botánicos milagrosamente representados en esas tan difíciles condiciones
climáticas de los páramos.
Gracias al Dr. Pedro Rincón
Gutiérrez rector de la Universidad de los Andes se editó la obra del Dr. Volkmar
Vareschi, fueron mil ejemplares de rápida divulgación y aceptación en el urbe
académico del Hemisferio Occidental.
Cierran este breve escrito en
homenaje al botánico, ecólogo Dr. Volkmar Vareschi los inmediatos textos ya no
en el lenguaje de la “scientia amabilis” (la botánica) si no en la de la
poesía: son odas a los territorios parameros. La primera tonada del libro de
Juan Antonio Gonzalo Patricia, Riscos (Mérida, 2003. pp. 3031), le sigue otra del opúsculo de Ernesto Jerez
Valero, Silva al páramo (Mérida, 1997. pp. 17-18), finalmente una de
Lubio Cardozo, de su poemario Paisajes (Mérida, 1975. p. 23)
De Juan Antonio Gonzalo Patrizi
Páramo
De tus cuartos Horizontes
Se acodan en las cumbres
Bostezando estrecheces.
Sinfonía de abismos
En la música al lado de tus cóndores.
Monotonía
De tus destiladeros
Que silban fría desnudez de la vida.
Mi potro y yo somos un punto
Mareado de laderas
¡mecido en desamparo!
¡ Páramo triste!
Nunca se mezclará con tus ventiscas
La canción rubia
de las espigadoras.
Ni sentirán tus Campos escarchados
la emoción
mañanera
De oír las coplas de las molineras
Pintar colores a las madrugadas.
¡ Páramo! Tu silencio
Me filtra en gotas ebrias de locura
La espuma de un deseo:
¡ Ser otro sin dejar de ser yo mismo!
¡ Soledad retorcida entre las brumas!
Los paisajes sin nervios y sin savia
Tiene el alma
Inexpresivamente blanca y muda
Como alma de cartujo:
¡ Y no hay mayor tormento
que el de una albura inútil en las almas!
¡Páramo rudo
De los amaneceres embozados!
Mi potro yo somos punto
Que se hace nudo de distancias
¡en la espiral de tus quebradas!
De Ernesto
Jerez Valero
El páramo es enjuto
porque la soledad lo ha vuelto magro:
Alegre es de milagro
ya nada le disipa el medioluto.
Espada o cordillera
corazón palpitando en las lagunas
el Sol en las laderas
y este gélido viento qué retumba.
Inmortales caminos
por donde el alma va con sus afanes
no exenta de Huracanes
ni de placidas horas de Concilio.
(…)
De Lubio Cardozo
En las lagunas de la Sierra
Debajo de las Águilas del frío, elevadas laderas de fumarias.
El viento helado de la alta noche azul
Donde los códigos no existen
En ese Paraje del instante
Eras un pequeño árbol sumido para sentir,
Mujer soma.
Madera de sasafrás.
Azar sólido azar. La aventura sensórea.
Luego
Las Águilas del frío se lanzaron sobre las Lomas
Dispuestas como un abanico de póquer
Entre los ricos los riscos de sandonice.