A finales del siglo 19, se gestaron las ideologías que desplazaron definitivamente al pensamiento religioso. Estas ideologías, irrumpen fracturando a la humanidad y convierten al siglo 20 en el epicentro de los debates, entre la tesis comunista y la capitalista. Aun cuando aparecieron los matices, de ambas partes, dichos enfoques polarizaron el pensamiento político, hasta la llegada misma del siglo 21.
El nuevo capitalismo, el capitalismo del siglo 21, el nuevo socialismo, el socialismo del siglo 21, son los últimos suspiros, de los ya debilitados amarres o anclajes, de quienes como el avestruz, ante el pánico, meten la cabeza en un hueco, para evadir así la realidad. Una suerte de incapacidad misma por no entender, las necesidades cada vez más estruendosas, de una población que busca interpretar las dramáticas señales que nos envía la naturaleza.
La población mundial de los humanos aumenta exponencialmente y los recursos se agotan geométricamente. En 50 años, nadie se va acordar, de alguna de estas anacrónicas ideologías, porque la atención estará centrada, en cómo sobrevivir en un mundo prácticamente diezmado, por el egocentrismo de una humanidad, que nunca fue capaz de buscar el equilibrio, de reciclar los sobre consumos, de reconocer la existencia de los otros habitantes del planeta tierra. Solo nos quedara poblar los océanos, hacer parcelas en los mares, como espacios para la producción de alimentos y producción de agua potable.
El siglo 21, descubre a una humanidad, que vivía sumergida en la cultura de sus prisas, absorta en sus propios submundos y ahora se despierta de manera sorpresiva, llena de sobresaltos, buscando interpretar, lo que les era invisible en sus primeros momentos a su realidad y que hoy se les hace abrumador. Como son los recurrentes fenómenos naturales que aturden a las distintas concentraciones humanas que habitan en los continentes. Las cada vez más agotadas energías fósiles e hidráulicas, la escases de alimentos y agua potable. Esta nueva realidad para muchos, exige en el inicio de este nuevo siglo, nuevas estrategias, nuevas propuestas y planteamientos. La luz al final del túnel, será la ideología ambientalista, quien gobernara a la humanidad hasta el fin de sus tiempos.
El nuevo capitalismo, el capitalismo del siglo 21, el nuevo socialismo, el socialismo del siglo 21, son los últimos suspiros, de los ya debilitados amarres o anclajes, de quienes como el avestruz, ante el pánico, meten la cabeza en un hueco, para evadir así la realidad. Una suerte de incapacidad misma por no entender, las necesidades cada vez más estruendosas, de una población que busca interpretar las dramáticas señales que nos envía la naturaleza.
La población mundial de los humanos aumenta exponencialmente y los recursos se agotan geométricamente. En 50 años, nadie se va acordar, de alguna de estas anacrónicas ideologías, porque la atención estará centrada, en cómo sobrevivir en un mundo prácticamente diezmado, por el egocentrismo de una humanidad, que nunca fue capaz de buscar el equilibrio, de reciclar los sobre consumos, de reconocer la existencia de los otros habitantes del planeta tierra. Solo nos quedara poblar los océanos, hacer parcelas en los mares, como espacios para la producción de alimentos y producción de agua potable.
El siglo 21, descubre a una humanidad, que vivía sumergida en la cultura de sus prisas, absorta en sus propios submundos y ahora se despierta de manera sorpresiva, llena de sobresaltos, buscando interpretar, lo que les era invisible en sus primeros momentos a su realidad y que hoy se les hace abrumador. Como son los recurrentes fenómenos naturales que aturden a las distintas concentraciones humanas que habitan en los continentes. Las cada vez más agotadas energías fósiles e hidráulicas, la escases de alimentos y agua potable. Esta nueva realidad para muchos, exige en el inicio de este nuevo siglo, nuevas estrategias, nuevas propuestas y planteamientos. La luz al final del túnel, será la ideología ambientalista, quien gobernara a la humanidad hasta el fin de sus tiempos.
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