lunes, 25 de julio de 2011
Papa Benedicto XVI pide perdón a los armiños
Nuevamente el Papa Benedicto XVI figura en la lista de la revista masculina Esquire, entre los primeros 12 hombres del mundo vestidos de manera “especial” y lo identifican como el "mejor portador de accesorios" por sus trajes, gorros y zapatos, entre otras prendas. El Santo Padre sigue llamando la atención por utilizar la pellegrina o capa roja con bordes de piel de armiño, el camauro o gorro invernal de lana y armiño blanco, estolas bordadas con hilos de oro y abrigos largos todos de armiño y de lana blanca.
Para algunos analistas, ha buscado posesionar y suavizar su imagen con los encantos o simpatia de San Nicolás o Papa Noel. Para otros, es simplemente el Papa “coqueto” o el Papa de las “pieles rojas y blancas”.
A lo largo de estos últimos años, la Asociación Italiana para la Defensa de los Animales y el Medioambiente (Aidaa), así, como otras asociaciones ambientalistas, han insistido en sugerirle que renuncie a llevar prendas con piel de armiño.
En carta pública y mundial de los ambientalistas han expresado lo siguiente: “Hacemos un llamado al Papa Benedicto XVI a renunciar a la estola (capa) de armiño que nada tiene que ver con los paramentos sagrados, en el respeto de la vida en todas sus formas y para recordar que también los animales son criaturas de Dios y para aquellos no creyentes, los armiños son criaturas sensibles que tienen el derecho a vivir como cualquier otro y que, al igual que los demás seres, sufren y sienten dolor y miedo cuando son condenados a muerte para satisfacer los antojos del ser humano en todas sus formas”. Situación esta, que hasta ahora no ha producido ningún cambio al respecto. Aun, cuando se presume la gran sensibilidad de Benedicto XVI por el medio ambiente y todas sus especies.
Los armiños, al igual que otros animales utilizados para sustraer sus pieles, los matan por medio de electrocución anal o genital, para producirles un ataque al corazón o le rompen la cabeza o el cuello a palazos. Normalmente, ellos solo quedan sin sentido y son despellejados vivos. De ahí, que ante el dolor de la herida del corte se despiertan y luchan desesperadamente. Para quitarles la piel, los cuelgan por las patas o colas, le hacen cortes entre las piernas y a templones los desollan. Luego los lanzan agonizantes, en el sitio de depósito, hasta que mueren desangrados.
San Francisco de Asís, hablaba sobre los animales como nuestros «hermanos menores». Incluso hay oraciones cristianas en defensa de los armiños. Seguramente el Papa Benedicto XVI ha estado muy ocupado para enterarse de esto y mucho menos de ver algún video referencial http://features.peta.org/ChineseFurFarms/index.asp , sobre esta cruel acción.
Desde Juan Pablo II, la iglesia ha iniciado una cruzada de pedir perdón, ante todos los agravios que ha cometido o se ha visto involucrada a lo largo de su historia. Ya es tiempo entonces, de pedirle perdón a los armiños y demás animales que han sido sacrificados para el confort de tanto desalmado.
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