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viernes, 22 de octubre de 2010

Tundra y bosques boreales, la última frontera

La vida en el hemisferio norte contiene dos biomas típicos, que se extienden, uno a continuación del otro, entre las regiones polares y los biomas situados más al sur. Ellos son la tundra, carente de vegetación arbórea, y los bosques boreales o taiga, bosques principalmente de coníferas.

La tundra, es el nombre que se le da a estos bosques polares, sobre todo, en las regiones árticas de Asia que se encuentran entre los hielos perpetuos al norte y los bosques de la taiga al sur o bosques boreales. El suelo de la tundra permanece helado durante la mayor parte del año, y se deshiela parcialmente en verano. El agua se acumula entonces en cenagales y pantanos. En la tundra, el factor limitante es la temperatura. El promedio de precipitaciones anuales es bajo, alrededor de 250 mm, y la temperatura máxima no supera los 10 º C. El subsuelo presenta una capa helada permanente, cuyo espesor varía según la estación. Esta capa de suelo recibe el nombre de permafrost.


En la tundra, las formas de vida dominantes son los musgos y los líquenes. A pesar de las escasas lluvias, ambas formas crecen bien, porque la evaporación es casi inexistente y hay gran concentración de humedad. El suelo, pobre en sustancias orgánicas, presenta escasez de nutrientes. Toda la tundra es zona de turberas, depósitos de un combustible fósil, la turba, formado por residuos vegetales que se acumularon durante miles de años en los pantanos. Por el intenso frío, el proceso de descomposición es muy lento y la formación de suelo fértil resulta escasa. La fauna de la tundra también presenta poca diversidad. Las dos especies principales son el reno, en Europa y Asia, y el caribú en América. Se trata de animales muy parecidos que, muy probablemente, descienden de un antepasado común. Son mamíferos rumiantes de la familia de los cérvidos, y viven en rebaños. Aproximadamente, tienen un metro y medio de alzada (la altura de un cuadrúpedo, medida desde el suelo hasta la parte más alta del lomo). Su pelaje, muy tupido, cambia del gris pardo al blanco, en invierno. Poseen astas, con las que excavan en la nieve en busca de los líquenes, su alimento. Migran periódicamente, de acuerdo con los ciclos de reproducción de las formas de vida de las que se nutren. Los renos se domestican, y sirven como animales de tiro y carga. Otros mamíferos que se alimentan de plantas y líquenes son los lemmings, especies de ratas de campo.


Hay también liebres árticas, lobos, zorros, linces y osos polares, y hasta un tipo de bovino silvestre adaptado al frío intenso, el buey almizclero. Muchos de estos animales hibernan, es decir, entran en estado de letargo invernal, después de haber acumulado reservas en su organismo durante la breve temporada cálida. Es mayor la variedad de aves: se encuentran búhos nivales, palmípedos como el ánsar y el colimbo, y el halcón más grande que se conoce, el gerifalte. Otras aves provienen del sur, y encuentran en la tundra las condiciones necesarias para anidar y reproducirse. Durante los escasos días veraniegos hay también jejenes y mosquitos. Es sorprendente que en zonas tan frías estos insectos lleguen a reproducirse hasta formar enjambres gigantescos. En la corta temporada de verano, parte de la nieve acumulada se derrite, el subsuelo de la tundra, helado durante todo el año, impide el drenaje y se forman charcos y pantanos. El agua estancada alcanza entonces temperaturas suficientes para la reproducción de las larvas de los mosquitos.


Tradicionalmente, la tundra ha estado habitada por esquimales -cazadores y pescadores- y por pastores de renos, que siguen desplazándose desde los bosques, en busca de alimento para sus rebaños y alcanzan la tundra en la época menos fría del año. Es interesante observar que la vida de estos pueblos evoca en cierto modo la del llamado Hombre de Cro-Magnon, un antecesor del hombre actual que habitó la región de Dordoña, en el sur de Francia, hace unos 30.000 años. Esa zona, templada en la actualidad, era tundra en aquellos tiempos. Los descubrimientos arqueológicos y las pinturas de las cuevas en que vivían muestran similitudes con grupos esquimales de la tundra actual.


Los bosques boreales o taiga, son los que se desarrollan, al sur de la tundra y al norte de la estepa. Son formaciones boscosa de clima frío, con predominio de coníferas. Este bioma es llamado al norte de Siberia, taiga que significa en ruso bosques fríos y en la región del mar de Hudson y en el norte del Canadá son llamados bosques boreales, que significa bosques del norte. Allí crecen, favorecido por climas menos rigurosos que los de la tundra y por un suelo que sufre menos el efecto de las nevadas. La temperatura media es de 19º C en verano, y -30ºC en invierno; el promedio anual de precipitaciones alcanza a 450 mm. En toda esta zona Los países escandinavos, Siberia y Canadá presentan bosques de abetos, pinos y alerces, y de abedules. La fauna está compuesta por animales que resisten el frío, muchos de los cuales hibernan: alces, bisontes, lobos, osos, martas, linces, ardillas, marmotas, castores, lemmings y venados.


Entre el extremo norte del bosque boreal, donde los árboles se regeneran activamente, y la tundra desprovista de árboles hay una zona de transición dinámica conocida como «bosque-tundra». La extensión de esta zona puede variar desde unos pocos kilómetros en América del Norte hasta más de 200 kilómetros en Europa. Está naturalmente fragmentada y se compone de parcelas cuya cubierta forestal es relativamente densa, interrumpidas por zonas de líquenes y brezos, así como en zonas escasamente arboladas. Esta zona de transición alberga más especies que el sistema boreal y que el sistema de la tundra, pues contiene especies de ambos. Los árboles del bosque-tundra a menudo están poco desarrollados, y su regeneración es lenta. Esto ha hecho que, tradicionalmente, sea poco práctica la explotación comercial de la madera, aunque el ecosistema ha brindado durante siglos leña y madera de construcción a los pueblos indígenas. El aumento de la demanda mundial de recursos podría hacer, sin embargo, que el bosque-tundra se transforme en una gran fuente de productos básicos. De hecho las actividades de explotación forestal en Fennoscandia y el noroeste de Rusia se extendieron hasta muy cerca del bosque-tundra en los decenios de los años sesenta y noventa.


En invierno el bosque-tundra es un hábitat importante para el Caribú del Canadá y Alaska y para el Reno de Europa, sirviendo de apoyo a su vez a las actividades de cría de renos de los pueblos indígenas como los Saami de Escandinavia. La zona alberga también las actividades de cría de ovejas, pesca y recolección de productos no madereros. Las funciones físicas más importantes del bosque-tundra son: estabilizar y proteger los nutrientes y suelos frágiles, prevenir la erosión, conservar los recursos hídricos y la capacidad de las cuencas, filtrar los contaminantes, servir como indicador de los cambios climáticos y, en conjunto con el bosque boreal propiamente dicho, ser depósito de carbono. Cualquier cambio importante en la zona de bosques boreales podría tener efectos considerables sobre el nivel de CO2 en la atmósfera. Los bosques boreales contienen el 26 por ciento de las reservas totales de carbono, más que cualquier otro ecosistema terrestre del planeta: 323 gigatoneladas en la Federación de Rusia, 223 gigatoneladas en Canadá y 13 gigatoneladas en Alaska.


A la inversa, se calcula que los cambios climáticos producirán en los bosques boreales aumentos de temperatura mayores que en cualquier otro tipo de bosque. El calentamiento, que será mayor en invierno que en verano, según se estima, desplazará hacia el norte las zonas climáticas a un ritmo de hasta 5 kilómetros por año. Los bosques boreales avanzarán hacia el norte; en sus zonas meridionales, por el contrario, desaparecerán o serán reemplazados por especies templadas. Durante el verano los suelos serán más secos, y los incendios y sequías más frecuentes. De continuar con el sobre consumo todo indica que para el 2100, la expansión del bosque boreal hacia el norte reducirá en aproximadamente el 50 por ciento el área de la tundra.


Lenín Cardozo


Un libro para sentirnos orgullosos: Bosques Boreales. La corona verde del Planeta Tierra: sus pobladores, clima, fauna y flora




Este libro pretende estimular al lector hispano a conocer el maravilloso mundo boreal, tanto de sus bosques, clima como la de su fauna y pobladores. Por supuesto el tema de las auroras boreales no podía faltar. 

Poco sabemos sobre este importante tema, porque seguramente los bosques tropicales por años han eclipsado la atención mundial, sin embargo, estamos hablando  que el 30% de los bosques del mundo se encuentran en la zona boreal. 

Los bosques boreales son los  más septentrionales del planeta (la mayor parte se extiende entre los 50º y 60º de latitud norte). Este bioma aparece solamente en el Hemisferio Norte, pues en el Hemisferio Sur en estas latitudes no existen masas continentales. Son el último pulmón verde del planeta y se extiende a lo largo del norte de Canadá, Alaska, Rusia y Escandinavia, están cerca de convertirse en el próximo Amazonas. Ya que se encuentra bajo una amenaza creciente, producto del cambio climático y la presencia humana depredadora. 

En el presente, científicos y ambientalistas exigen medidas urgentes para preservar los bosques boreales y asegurar su biodiversidad, además de prevenir la pérdida de uno de los mayores sumideros de CO2 del planeta. Ellos comprenden un tercio del área boscosa mundial y un tercio del carbono almacenado. 

Estos bosques no escapan al complejo problema del cambio climático  y cuanto más indagan los científicos más variables encuentran que se deben estudiar. El clima del planeta es un sistema global, que está totalmente interconectado, así que una disfunción local puede afectar a la totalidad. Prueba de ellos, es que en los últimos años se ha comprobado que el aumento de la temperatura está matando a las coníferas al norte del Canadá. Representando una nueva variable, hasta ahora no estudiada a profundidad, en la lucha contra el calentamiento global. 

El título de este libro es Bosques Boreales la corona verde del Planeta Tierra y está dividido en tres partes: Los Bosques Boreales, Los Pueblos Boreales y La Aurora Boreal. 

La primera parte plantea y analiza los siguientes 11 tópicos: 1.- Los bosques boreales o Taiga; 2.- Clima de los bosques boreales; 3.- Flora y fauna del bosque boreal; 4.- Tundra y bosques boreales, la última frontera; 5.- CO2 bosques boreales; 6.- Alces, Renos y Ciervos, los grandes herbívoros mamíferos de los bosques boreales del Canadá; 7.- Deforestación en los bosques boreales; 8.- Efectos de la minería sobre los bosques boreales canadienses; 9.- El calentamiento global y la degradación del bosque boreal canadiense; 10.- Bosques boreales avanzan hacia el norte para protegerse del cambio climático; y, 11.- El futuro de los bosques boreales

La Segunda parte propone un acercamiento aproximativo sobre el hábitat, la cultura y costumbre de los pueblos aborígenes del extremo norte. Negados a extinguirse y con la mayor tenacidad por la supervivencia, habitan en las regiones boreales o taiga y de la tundra, uno de los poblamientos más antiguos de la humanidad. El amplio abanico de pueblos nativos que residen en esos gélidos territorios del planeta, nos confirman su gran capacidad de adaptación a estos biomas. Encontramos así: 1.- Los pueblos aborígenes del extremo norte; 2.- Los Aleutianos; 3.- Los Inuit o Esquimales; 4.- Los Dolganos; 5.- Los Nenets; 6.- Los Nganasans; 7.- Los Koryaks; y, 8.- Los Chukchis. 

Por último, la tercera parte propone reflexionar sobre ese fenómeno natural maravilloso que son Las Auroras boreales o luces del norte. Aurora Boreal es un término compuesto que tiene su origen, en primer lugar, en la diosa romana del amanecer, Aurora (Eos para los griegos); y, seguidamente, del término de origen griego, Bóreas, dios del helado viento nórdico. 

Galileo Galilei acuñó el término aurora en un ensayo que publicó junto a un alumno suyo, Guiducci, en 1616. En él, tras describir la asombrosa iluminación del cielo septentrional, concluye: "formándose así para nosotros esta aurora boreal". Tres años más tarde ofreció una explicación, equivocada, sobre su naturaleza. Para Galileo las brillantes luces eran resultado del calentamiento del aire que rodeaba la Tierra y del reflejo de la luz solar sobre la atmósfera. 

Los artículos de este libro fueron publicados a lo largo de estos últimos 5 años y han sido consultados por más de 2 millones de cibernautas, según Google. 

Con mucho orgullo publicamos digitalmente, seguro estamos que seremos parte de los libros del futuro, no más árboles sacrificados para hacer la pulpa para el papel, no más derivados contaminantes para hacer las tintas con que se escriben los libros.

Lenin Cardozo, ambientalista venezolano | ANCA24 – Hugo E. Méndez U., periodista ambientalista venezolano | ANCA24 Italia

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