Para el científico ingles James Lovelock, hasta ahora no se ha podido demostrar lo contrario a su hipótesis de que la Tierra, como planeta, es un ser viviente. A juicio del investigador, hay evidencias que demuestran que toda la biosfera del planeta tierra, hasta el último ser que la habita, pueden ser considerados como un único organismo a escala planetaria en el que todas sus partes están tan relacionadas y a la vez son tan independientes como las células de nuestro cuerpo. Esta teoría fue llamada por Lovelock, la hipótesis de Gaia (en honor a la antigua diosa de la tierra).
Sin embargo, la gran mayoría de la comunidad científica, piensa que lo planteado por Lovelock raya en la ficción. A estas críticas, el osado investigador manifiesta que sus pruebas indican que desde las bacterias a los elefantes, las ballenas, las secoyas y todo ser viviente, son seres autónomos, que habitan dentro de un gran ente viviente.
Otras consideraciones, independientes, pero que permiten ilustrar lo que tan cerca pudiera estar Lovelock, al plantear que la Tierra como planeta es un ser vivo, son investigaciones como la de Carolyn Bohach, una microbióloga de la Universidad de Idaho que dice que nuestros cuerpos (se refiere al cuerpo humano) contienen 10 veces más bacterias que células humanas (las bacterias son mucho más pequeñas, así que ocupan menos espacio).
En el ser humano hay unos 10 billones de células y en condiciones normales podemos tener hasta 100 billones de microorganismos, en su mayoría bacterias. Si nuestro cuerpo contiene más de 200 tipos celulares, sólo en la piel ya tenemos esa diversidad de especies microbianas, sin contar las 400 o más especies diferentes que habitan en el colon. Todas las bacterias que viven dentro de un ser humano fácilmente pudieran llenar un envase de dos litros. Es decir, llevamos algo así como dos kilos de invitados o huéspedes, que viven a lo largo y ancho de nuestro cuerpo.
Nada raro fuera, que una comunidad bacteriana, con inteligencia propia que habite en nuestro organismo, pudiera estar hoy considerando, si ellas son o no, parte de otro ser vivo de dimisiones tan enormes que no puedan comprender. Tal como nos pasa a los humanos.
Si la hipótesis de Lovelock se confirmara, que vergüenza con la señora Tierra, que tan bondadosa nos ha dado cobijo, y que hoy es constantemente agredida por esos malagradecidos “ácaros” que se hacen llamar raza humana.
¡¡Peor simplemente imposible!!
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