Es un premio de la vida, tener la oportunidad de proteger y ayudar a otros seres vivos. Si supuestamente somos seres superiores, debemos usar ese don para cuidarnos y cuidar a los demás, los no semejantes. Solo cuando trascendamos de lo humano descubriremos el afecto verdadero.
Liberar a la fauna silvestre atrapada o maltratada es un acto de redención y de amor. Es aproximarnos al sentido de lo natural. Por que no ser entonces, unos buenos habitantes de este planeta?
Sí es posible dar ese primer paso, la defensa activa por el reconocimiento de los derechos naturales en ausencia de un desacuerdo intencionado entre los seres humanos.
El mundo del homo sapiens se debate en esa diatriba y su tiempo consumido poco les importa, pero el mundo de las demás especies esta en cuenta regresiva, ellos si no pueden esperar. Tamaña tarea de los ambientalistas, como dice mi amigo Añu Deglis Almarza.
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