En la novela Cumbres Borrascosas se cuenta una historia dramática, trágica. La trama se desarrolla en dos escenarios, en una granja, que se llama Tordos y en una Mansión de una familia adinerada, que está en una cumbre o montaña no muy lejos de la granja. Según diversos analistas, en la novela es complejo, descubrir el simbolismo oculto de sus personajes y del entorno. Se ha dicho que Cumbres Borrascosas representa una especie de infierno y la granja de los Tordos el cielo, el paraíso. No es difícil suponer la razón de esto, las escenas más violentas y los personajes más indolentes son los que pertenecen a las Cumbres, mientras que la tranquilidad y la calma forma parte de la granja. Es una historia sobre el desamor, de odio y locura, de vida y de muerte.Arranca con la llegada a la granja de un niño, traído por el padre de la familia desde otra parte. Ignoramos de donde ha salido esta criatura que pronto trastornará por completo la tranquila vida de su familia adoptiva así como la de sus vecinos. Algunos autores creen que los personajes que interviene, en ese melodrama son el alter ego del uno con el otro.
En fin, Cumbres Borrascosas es una historia arrebatadora y sin afectos, una venganza que se prolonga hasta el final, y un capricho que irá más lejos todavía. Es, en definitiva, una complicada tragedia.
Las Cumbres sobre el Cambio Climático, por la manera como se han llevado, entran ya, en la categoría de las historias noveladas. Dramáticas al estilo de la mejor telenovela de Corín Tellado, además de trágicas, borrascosas y bochornosas. Dramático, porque el planeta enfrenta hoy las peores inundaciones, sequías y un alarmante aumento del nivel del mar como consecuencia de un calentamiento causado por siglo y medio de industrialización. Donde el ritmo actual de emisiones de dióxido de carbono (CO2) procedentes de la quema de combustibles fósiles, proyecta para el 2100, una temperatura media de la Tierra entre 1,8 y 4 grados centígrados, que de superar los 2 grados, las consecuencias serán incontrolables. En los últimos cien años, la temperatura ha aumentado en una media de 0,74 grados y el nivel de los océanos ha subido entre 10 y 20 centímetros por el derretimiento del hielo en Groenlandia y el Ártico y la dilatación térmica del agua por efecto del calor. Los científicos más optimistas, calculan que el mar subirá entre 18 y 59 centímetros más, para el año 2100. Para otros científicos más conservadores, estiman que para los próximos 50 años la crecida puede ser de entre uno y dos metros con respecto a 1990. Afectando a millones de personas que viven en costas, en deltas de ríos, a orillas de lagos o desapareciendo países completos del pacifico como las Maldivas y Kiribati, que serán sumergidos a menos de dos metros sobre el nivel del mar.
El hombre ha roto el frágil equilibrio del efecto invernadero, un fenómeno natural por el que el vapor de agua, el CO2 y otros gases retienen el calor que irradia la Tierra. Con actividades como la quema de combustibles fósiles (sobre todo carbón y petróleo) y la tala de árboles hemos pasado de emitir a la atmósfera unos 2.000 millones de toneladas de CO2 en 1850 a 35.000 millones en la actualidad, de los cuales menos de la mitad son absorbidos por los océanos y los bosques.
Trágico, borrascoso y bochornosas, porque con la Cumbre de Cancún, van 16 Cumbres sobre el Cambio Climático (Cumbre de Berlín, Cumbre de Ginebra, Cumbre de Kioto , Cumbre de Buenos Aires, Cumbre de Bonn, Cumbre de la Haya, Cumbre de Marrakech, Cumbre de Nueva Delhi, Cumbre de Milán, Cumbre de Buenos Aires, Cumbre de Trieste y Cumbre de Cancún). Mega Cumbres como la de Bali, Río de Janeiro y de Johannesburgo o mini cumbres como la de Cochabamba. Además de algo así, como unos 5 mil activistas ambientales detenidos por alteración del orden publico a lo largo de esos eventos. Es decir, 16 encuentros sobre el Cambio Climático, para no acordar nada. O acordar entre algunos, pero igual no cumplir. Bochorno mundial, por la manera como se sigue abordando el destino del planeta Tierra y de todos sus habitantes.
A diferencia de la novela Cumbres Borrascosas, los actores protagónicos que participan en dichas cumbres (los representantes de los países más contaminantes), no ocultan sus responsabilidades y si están claros en el entorno que afectan. Se hacen sentir como los amos y señores de la Mansión o planeta. Y son igual de indolentes. El final de las dos historias, si es el mismo: El desamor hacia la naturaleza, el odio y locura de la raza humana, y la vida comprometida de seres inocentes en el umbral de una gran tragedia.
La solución, no está en manos de quienes hacen las cumbres. Esta, en la acción de lo que hagamos en el presente, desde lo más local, lo más cotidiano, que contribuya a preservar la naturaleza. La misión de salvar el mundo es la tarea de los ambientalistas. Donde su razón de ser, es la de defender la vida hasta el último latido, sin exclusión de ninguna especie.
En fin, Cumbres Borrascosas es una historia arrebatadora y sin afectos, una venganza que se prolonga hasta el final, y un capricho que irá más lejos todavía. Es, en definitiva, una complicada tragedia.
Las Cumbres sobre el Cambio Climático, por la manera como se han llevado, entran ya, en la categoría de las historias noveladas. Dramáticas al estilo de la mejor telenovela de Corín Tellado, además de trágicas, borrascosas y bochornosas. Dramático, porque el planeta enfrenta hoy las peores inundaciones, sequías y un alarmante aumento del nivel del mar como consecuencia de un calentamiento causado por siglo y medio de industrialización. Donde el ritmo actual de emisiones de dióxido de carbono (CO2) procedentes de la quema de combustibles fósiles, proyecta para el 2100, una temperatura media de la Tierra entre 1,8 y 4 grados centígrados, que de superar los 2 grados, las consecuencias serán incontrolables. En los últimos cien años, la temperatura ha aumentado en una media de 0,74 grados y el nivel de los océanos ha subido entre 10 y 20 centímetros por el derretimiento del hielo en Groenlandia y el Ártico y la dilatación térmica del agua por efecto del calor. Los científicos más optimistas, calculan que el mar subirá entre 18 y 59 centímetros más, para el año 2100. Para otros científicos más conservadores, estiman que para los próximos 50 años la crecida puede ser de entre uno y dos metros con respecto a 1990. Afectando a millones de personas que viven en costas, en deltas de ríos, a orillas de lagos o desapareciendo países completos del pacifico como las Maldivas y Kiribati, que serán sumergidos a menos de dos metros sobre el nivel del mar.
El hombre ha roto el frágil equilibrio del efecto invernadero, un fenómeno natural por el que el vapor de agua, el CO2 y otros gases retienen el calor que irradia la Tierra. Con actividades como la quema de combustibles fósiles (sobre todo carbón y petróleo) y la tala de árboles hemos pasado de emitir a la atmósfera unos 2.000 millones de toneladas de CO2 en 1850 a 35.000 millones en la actualidad, de los cuales menos de la mitad son absorbidos por los océanos y los bosques.
Trágico, borrascoso y bochornosas, porque con la Cumbre de Cancún, van 16 Cumbres sobre el Cambio Climático (Cumbre de Berlín, Cumbre de Ginebra, Cumbre de Kioto , Cumbre de Buenos Aires, Cumbre de Bonn, Cumbre de la Haya, Cumbre de Marrakech, Cumbre de Nueva Delhi, Cumbre de Milán, Cumbre de Buenos Aires, Cumbre de Trieste y Cumbre de Cancún). Mega Cumbres como la de Bali, Río de Janeiro y de Johannesburgo o mini cumbres como la de Cochabamba. Además de algo así, como unos 5 mil activistas ambientales detenidos por alteración del orden publico a lo largo de esos eventos. Es decir, 16 encuentros sobre el Cambio Climático, para no acordar nada. O acordar entre algunos, pero igual no cumplir. Bochorno mundial, por la manera como se sigue abordando el destino del planeta Tierra y de todos sus habitantes.
A diferencia de la novela Cumbres Borrascosas, los actores protagónicos que participan en dichas cumbres (los representantes de los países más contaminantes), no ocultan sus responsabilidades y si están claros en el entorno que afectan. Se hacen sentir como los amos y señores de la Mansión o planeta. Y son igual de indolentes. El final de las dos historias, si es el mismo: El desamor hacia la naturaleza, el odio y locura de la raza humana, y la vida comprometida de seres inocentes en el umbral de una gran tragedia.
La solución, no está en manos de quienes hacen las cumbres. Esta, en la acción de lo que hagamos en el presente, desde lo más local, lo más cotidiano, que contribuya a preservar la naturaleza. La misión de salvar el mundo es la tarea de los ambientalistas. Donde su razón de ser, es la de defender la vida hasta el último latido, sin exclusión de ninguna especie.