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jueves, 5 de mayo de 2011

Un minuto de silencio por el sapo dorado de Costa Rica


Los anfibios, especialmente los batracios (sapos, ranas y salamandras), poseían el record de ser los sobrevivientes más antiguos del planeta. Su capacidad de adaptación, les permitió superar las múltiples contingencias que la naturaleza desarrolló en sus ciclos naturales anteriores.Sin embargo, la agresiva intervención del hombre en los distintos ecosistemas, ha hecho, que los habitats de estos anfibios sean cada vez más frágiles y vulnerables, convirtiéndose la contaminación de las aguas causada por los pesticidas, las infecciones y la mayor exposición a la luz ultravioleta, en sus mortales enemigos.


En Latinoamérica, según la revista “Science”, en los últimos 20 años han desaparecido al menos 122 especies de batracios, que son parte importante del ecosistema debido a que se alimentan de insectos y son a su vez presa de animales mayores en un permanente proceso de equilibrio ecológico. Para estos anfibios, el mayor peligro lo corren en los países con menos áreas protegidas, pues los bosques son el último refugio para estos animales. Siendo notoria la extinción de estas especies en países como Ecuador, Panamá, México, Hondura, Guatemala, Costa Rica, Colombia, Venezuela y Brasil.


El interés particular del estudio de los anfibios es porque ellos permiten por su fisiología y su ciclo de vida, evaluar de manera amplia la variedad efectos que producen los cambios ambientales. De ahí, que el aumento de la radiación de la luz ultravioleta causada por la erosión de la capa de ozono en la atmósfera origina mutaciones y altera el sistema inmunológico de estas especies.
Entre la variedad de ranas y sapos multicolores más famosos, el sapo dorado era uno de los más notorios por su belleza. Costa Rica pierde así, a uno de sus más connotados habitantes.


Paz a sus restos.

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