Lenín Cardozo
LA
POESIA SALVA
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Situado en el centro norte del estado Aragua, a dos
kilómetros del Mar Caribe venezolano, el gentil pueblo de Choroní se inserta claramente en el
transcurrir de la historia nacional desde sus orígenes registrables. Entre la
costa, pues, y las montañas de la Cordillera, en el sector del Parque Nacional
Henri Pittier, se aposenta el poblado sobre una lonja de tierra de algo menos
de un kilómetro cuadrado, flanqueado -si
miramos hacia el norte- a la izquierda por la quebrada Santa Clara, a la
derecha por el río Choroní. Paralelas a estas corrientes de agua se extienden
dos planicies, hasta hace poco muy boscosas, frenadas por el litoral. Las
cubrían haciendas de cacao y otros
sembradíos menores en simbiosis con una nutrida floresta apropiada a esos
cultivos. Lamentablemente ese nicho ecológico de Choroní se desmorona con
insólita rapidez, por una semioculta antropodepredación.
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Choroní nunca fue una encrucijada de caminos, un pueblo
de paso, sino por el contrario una estable villa de largo arraigo en la
historia venezolana que se desarrolló en el centro del País. Allí, por ejemplo,
se residenció en la plenitud de su existencia, con casa en el poblado y
hacienda en los aledaños, el poeta José Antonio Maitín (Puerto Cabello, 1804 –
Choroní, 1874), fundador del romanticismo en la poesía lírica venezolana.
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Finalmente, busca esta breve presentación, además de
acompañar el poemario de Lubio Cardozo, refrescar la mirada y la memoria de los
lectores entorno al tesoro histórico, artístico, ecológico, botánico,
ecológico, hídrico, humano, en riesgo de una paulatina desaparición la fronda
del valle de Choroní, la belleza arquitectónica del casco antiguo de la villa,
de la iglesia, de la residencia cural, de sus casas, de su plaza, de su
cementerio, de sus archivos locales (jefatura e iglesia); detener en lo posible
la contaminación de su río, de su quebrada, y algo insoslayable: proteger la
sanidad moral de sus pobladores.
Tal vez lo poemas de Lubio Cardozo, veladamente,
apuntan a ese anhelo. Porque lo afirma
categóricamente el rótulo de este escrito, LA POESIA SALVA….
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Lubio
Cardozo
CHORONÍ
(Poemas)
A Tiuna Cardozo
Ediciones
ERATO
Mérida,
Venezuela. 2016
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Recordando
a Crucita Soto.
AQUELLA LINDA MUCHACHA DE
CHORONÍ
Nacen aún flores a las orillas de la empalizada
de los escombros de Kajima.
Tu rostro en sus corolas mecen.
Convirtió el aura tu nombre en eco del atardecer.
Sobre las altas faldas fértiles de la lejanía
corretea la obscura sílaba su soplo
cima del júbilo a la ribera de la misericordia.
*
Entre las arboledas, a la hora sellada, asomó
el hombre “cara de jaguar”.
La aromancia de Venus a lo fabulario invitaría.
Adquirió Kajima la eternidad de la quimera.
(Oídos atónitos la oyeron).
Tal la ilusión de la floresta
así la fugitiva esencia del anhelo
*
Yaces existiendo.
Revives la extendida latitud del presente.
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“Cara de Jaguar”: nombró así el nieto en su poema
HERENCIA a su abuelo.
Nota: Doña Cruz Soto de Cardozo, nació en Choroní:
1902, murió en Caracas 1944.
PLAYA DE LA CALERA
Sobre esta eternidad de movimientos atajada
en el sepia de las rocas
en la torre del viento
frente al peso del mar
en la morada del vahaje.
Trovador de tus risas y tus gritos
sin
sombra de tu cuerpo,
mimbre de Sol.
Planetaria.
Transformadas en marina nuestras voces
del visionario no quedaron sino los libros vesperales
y en los valles al Sol de las laderas
como quien ríe de la fatalidad.
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“¡Qué alegría,
qué alegría
al pie de la Cruz de Mayo
florecio la siempreviva!
Así
comenzo mi canto
con versos de la fulía”…
por Jesus sacramentado.
Jeremías
Pedraz.
Lubio Cardozo
Muchas flores ese nombre ostentan.
Su críptico color la esperanza penumbra.
Ofrecen algunas sus cándidas corolas a la mirada.
Las brácteas purpúreas de otras el aire escandalizan,
Obrizas del guanaco o diminutos suspiros
entre
las hierbas esa voz reclaman.
Tampoco la violeta medio oculta
ni la
triunfalista del granado.
Pero ¿Cuál es en verdad la siempreviva?
Tal vez todas.
Posee necesariamente sed de presencia.
Diosa Maia, advocación de Madre Gea
con encantados días luminosos celebra
la pujanza del monte en su rostro florido.
Evocación de la vida, de la alegría, de lo hermoso.
Revela la siempreviva la flor.
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A Jeremías
Pedraz, excelsa cantadora de fulías
durante
los velorios de Cruz de Mayo por las alquerías de los campos de Choroní. Su
mejor
fulía
llevaba el nombre de flor, lúdica
metáfora
de la Cruz. Ella, Jeremías, vivió para
el
loco amor, las parrandas, el aguardiente,
su
música, la poesía agreste. Florit. En el
entorno
de aldeas, cerros de aquel Choroní,
1950
– 1980.
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Gompharena globosa L. Amaranthaceae
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EL
CEMENTERIO DE CHORONÍ
Desciende entre murallas el rojo collado
seco pleno de recuerdo para nadie.
Debajo de algunas lápidas no había
sino aire tibio.
¿Cuántos hay aquí’? ¿Quién conoció a…?
¿Cuánto de o resinaciones y creencias,
cuánto polvo,
arrastró la brisa
en su zarabanda al mar
cual un cetáceo irónico juega paciente
contra los carros de cactus?
Son las señales de los náufragos.
A
esa brisa cálida, al cetáceo irónico, ama.
Palpa
con fruición de las laderas las rocas
las
pequeñas piedras que son huesos.
Vive
a espaldas de la confianza.
De
los refugios saca tu corazón.
Insola
la muerte a la vida.
Al
círculo de la eternidad escapa de los arúspicos
mediante
el pacto de sangre
con
los huracanes, la greda, los astros.
Sé
íncola de la tierra.
La seca ladera brilla
en un mediodía de guijarros y matorrales.
A lo lejos el golpe del mar no nos parece extraño.
Es como el canto de absolutamente todos.
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PUERTO
ESCONDIDO
Al mar serpentario
ya habíamos arribado para entonces
de
las horas muertas
en los espacios donde asombra la claridad de la noche
mostrando los árboles distantes,
exhaustos laureles negros
malaguetas
cardones
de lofaria,
expandidos por los cielos ramilletes de cirros…
El mar, la voluntad disuelto y el mar
sobre los sueños
rendido al espacio abierto en su inmensidad a las
fuerzas
sobre los sueños
en este ignorado nuevo reino eterno
sólo emitido donde no cabe la remembranza
nostálgica
de otra existencia.
Sabía, señalante, la brisa sobre esta cálida bahía
entre arnasca de rocas marina y palmas verdeazules
Frente a la vanidad del ruido y de los sueños
materiales salvajes, metáfora de perpetuidad y
silencio.
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CARO
A la vera de aquel sendero vecino al río
un caro por los días de junio
con las cabezuelas de sus blancas corolas
en mi recuerdo florece.
Mientras retozábamos en el agua
alguien de súbito el árbol lo asombra
-¿Cómo se llamará?
Velada en medio de las guanasanas de la ribera
azarosa voz de mujer se oyó
¡Caro!
Contémplanos en silencio su hermosa altura
su ancha copa,
caídas con la lluvia al pie del grueso tronco
sus helicoidales legumbres---
Rompió la pauta de los observantes
otra vez el grito
-¡Caro lo nombran!
Míranos las húmedas guanasanas en las piedras de la
orilla
para encontrarnos.
Sólo la cautivante risa oculta entre los tiernos tallos
con el lluvioso atardecer encima.
(Enterobium ayolocarpum, Leguminoceae: Nimosaceae).
VALLE DE GRANDES MIJAOS
Miro hacia
atrás
la tempestad
sobre las selvas de verano
la pandereta
lluvia batir obscuras hojas del mijao
en la
circunferencia límite del tigre y de la liebre.
Choroní en el
acaso
parda tierra,
parda corteza,
corazón de
quebradas y peñascos,
sangre de
manantiales y lirios.
Como la
palabra de ello tal tú ves como el resumen
como sus
veces.
Porque somos
la tierra, los peñascos, el río
no basta
interpretar la residencia y la fuga.
RITO DE VERANO
Cuando el heraldo del silencio ha levantado
seco
estandarte
blanco
la
mariposa baila la
gran azul en
selva
la canción del estío
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LA RISA, LAS DONCELLAS, LOS LIRIOS, EL POZO
DEL RIO
Y pensar que ese verbo es falso hasta siempre: volver.
Y pensar que no podemos.
No
retornaremos al pozo del río
bajo los
grandes mijáos.
Estaran otra vez las doncellas
Sobre islas de piedras entre lírios de agua.
Atravezará los espinares
del altozano
el canto de
las lavanderas.
Pero ya no se puede volver
porque el mundo que hicimos
mal desde el
comienzo
es roca en
medio de ancho foso
ya que no
podremos saltar.
Isla de
soledad rodeada de fantasmas.
Apenas si disponemos del corazón entre los
florecidos huracanes.
FOGATA
A mi padre
Así, con la sonrisa de un victorioso tahúr
furtiva la muerte se posa delante de ti, sorprendido.
Ya no habrá chance.
El viejo, sentado en su mecedora
vio flagar una vez más el abey
sus corolas enrojecidas.
Lo nombró con dulces
manos su padre
aún
el era un niño-
En verdad un gigantesco reloj del gran tiempo
encarnaba,
fanal sólo para marcar sancadas de vida
cuando encendía sus fogatas en medio del aire.
El final del júbilo, pese a todo.
El final de la risa de los niños
de
los pájaros y la lluvia
sobre la hierba luminosa, bajo ancianos pinos.
El final de la vida, furtivo.
LLUVIA
La llamada cruza con la voz del viento
tras
los uverales playeros.
Llueve sobre la tierra del recuerdo
renueve.
Premio a tu claridad existir
mirada en lontananza
sinfónico poema de las nubes
oído por la sangres
humedad raigal venida de la arcilla.
Llovizna sobre el alma
renovadora de la tierra más honda.
Afanes y lábiles ilusiones ya sin fuerza de la
aventura.
Oh Sol de la adolescencia
¿dónde dejaste su furor magníficos?
MAR
En Playa
Grande de Choroní
Tierra mestiza cuyo signo rodeó el caos.
Te sueñan, te inventan, te contemplan
los hombres de tu arena
vástagos de tu Sol salobre
cuyos clamores se forjaron a tu vaivén
iluminados de la Luna o el trueno.
Ay mar, ay memoria.
Te atisbas, te asomas, te piensas
extendida playa entre rocales
anegada con Dánao en la fecunda lluvia de oro
o de la noche
para acuñar las mustias aguas
las lágrimas
al través de los ojos de miel, híbridos
de dolor de historia hechos.
Ay
mar, ay memoria.
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En recuerdo de la señora
María García de Uraca, Choroní.
LAS MALVAS
Hay dos hierbas
así llamadas.
Una de Europa
proviene
delgados
tallos ásperos
hojas
raniformes
corola
violáceas.
Faz algo
sombría.
Tiñó injustamente
el adjetivo.
Hallase la malva
nativa
junto a derruidos muros
al
frescor de la brisa
en
veranosos valles y piedemontes.
Pequeña planta de
orbiculares hojas.
Pareciera el dulce
amarillo de sus flores
la corporeidad del lujo
de lo
sorprendente.
Mitigante dádiva.
Festejo entre el herbaje.
__________
Malva
sylvestris L.
Malvaceae (europea).
Malachra
alcelfolia. Malvaceae
(nativa).
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BUCARE ROJO
Cuando
el verano despliega sus fuerzas recónditas
sales
de tu silencio con la voz grana
te
levantas entonces como un sirio
entre viejos cafetales y oxidados cerros,
Por
sobre los días secos y gualdas del cálido mutismo
tu
grito de carmin es la palabra de la vida
misteriosa
respuesta cuando todo pareciera yacer en el estío.
Erythrina velutina. Leguminosae.
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LOS POEMAS DE CHORONÍ
Aquella
linda muchacha de Choroní….
Playa
de la Calera.....
La
siempreviva….
El
cementerio de Choroní.....
Puerto
Escondido-----
Caro….
Valle
de grandes mijáos….
Rito
de verano….
La
risa, las doncellas, los lirios, el paso del río….
Fogatá….
Lluvia….
Mar….
Mijáo….
Las
Malvas….
Bucare rojo….
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LUBIO CARDOZO, poeta y ambientalista venezolano
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Brindis (Ver, 1999)
Brindemos por el día
en medio del bullicio de la oportunidad de errar.
Vale nuestra euforia una crátera colmada de sílex.
Sustituye toda la jactancia irracional del orbe la pal
abra silencio,
el brebaje secreto del reposo.
¡Brindemos por el escándalo!
Es la oniria la fiesta de las tinieblas,
ojo lunar de la conciencia,
por ella la hierática quietud atisbamos.
Pero sobre la hierba todavía
los frutos maduros reposan
fragantes,
podemos aún prodigiosamente equivocarnos.
Aunque estés triste brindemos por el día.
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Entre su obra bibliográfica y de crírica literaria, destacan:
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CD's
Trovas, Odas, Cánticos
Libros digitales
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Enlaces externos
· http://ecotropicos.saber.ula.ve/db/ssaber/Edocs/pubelectronicas/investigacion/inum14/articulo6.pdf
excelente señor cardozo, por sus poemas...!!!! Que Dios lo bendiga.!!
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