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sábado, 4 de diciembre de 2010

Flora de la selva amazónica


La selva amazónica, también conocida como la Amazonía, cubre más de la mitad de Brasil y recibe su nombre por el río Amazonas. Es su cuenca hidrográfica y de sus numerosos afluentes. También es señalada como el pulmón verde del planeta, porque recicla el dióxido de carbono en oxígeno. Se estima que alrededor del 20% del oxígeno de la tierra es producido por la selva amazónica.

En ella además, se reciben alrededor de 3 metros de lluvia cada año. Cincuenta por ciento de esta vuelve a la atmósfera a través del follaje de los árboles. Decenas de millones de hectáreas de este bosque tropical están cubiertos por el agua y a medida que avanzan las inundaciones, llega hasta 20 kilómetros a cada lado del canal natural del rio amazonas. Las altas temperaturas y la cantidad de lluvia son los mismos durante todo el año en la Amazonía.

El clima es cálido y húmedo, con temperaturas promedio de 27°C (80.7°F). La diferencia de temperatura entre el día y la noche es mayor que las que existen entre las estaciones. Su superficie total es de aproximadamente 4 millones de km2.

La selva amazónica se compone de cuatro capas o comunidades. Capa emergente, Dosel, Sotobosque y Suelo. Cada capa tiene ecosistemas únicos, plantas adaptados a cada sistema o capa.

La Capa emergente es la de más alto nivel, donde los árboles pueden llegar a una altura de 65 metros, Está formada por los árboles emergentes, que se elevan sobre el dosel. Suelen ser árboles siempre verdes, resisten elevadas temperaturas y fuertes vientos. Las hojas son pequeñas y cubiertas con una superficie cerosa gruesa para retener el agua. Se aprovechan del viento mediante el desarrollo de semillas aladas que son arrastrados a otras partes del bosque. Estos árboles gigantescos tienen troncos rectos y lisos con pocas ramas que pueden ser de hasta 6 metros de anchos, sus sistemas de raíces son muy pequeñas, ellas crecen contra puesto y esa pueden extenderse hacia fuera hasta una distancia cercana a los 10 metros.

Luego le sigue, el Dosel, que es la capa principal de la selva. Representa una cubierta más o menos continua de follaje formada por las copas de los árboles, que se alza a una altura de entre 30 y 50 metros. Según algunas estimaciones, alberga el 40% de todas las especies vegetales, lo que sugiere que es posible que hasta la mitad de todas las especies de la Tierra se encuentren ahí.

La mayoría de los árboles del dosel tienen hojas lisas, ovaladas, conocidas como hojas de punta de goteo. Esto permite que el agua fluya fuera de la hoja de forma rápida y previene el crecimiento de hongos, musgos y líquenes. El dosel de las hojas son muy densos y filtrar el 80% de la luz del sol. Muchas flores y los frutos crecen en esta capa. Las epifitas cubren todas las superficies disponibles y bromelias proporcionar agua potable.

La capa siguiente es el Sotobosque que sólo recibe entre dos y cinco por ciento de la luz solar disponible. Las plantas ubicadas en este nivel se adaptan a la existencia de esta perpetua sombra. Sus hojas de recogida de energía solar crecen grandes, y son de color verde oscuro. No suelen crecer más de 4 metros de altura.

Finalmente, lo que se denomina el Suelo del bosque. Esta zona sólo recibe el 2% de la luz solar. Sólo pueden crecer allí plantas especialmente adaptadas como pastos y hierbas.

También contiene materia orgánica en descomposición, que desaparece rápidamente debido a las altas temperaturas y humedad. El suelo está cubierto de vegetación en descomposición y organismos que se descomponen en nutrientes utilizables. Muchos nutrientes se encuentran encerrados en esta biomasa.

De ahí, que las raíces de los árboles estar cerca de esa superficie para acceder a estos nutrientes. A pesar de toda su riqueza, los árboles gigantes de la Amazonia crecen en las tierras más pobres del subcontinente. Debido a que en sus dos primeros centímetros del suelo ácido, se contienen el 99% de los nutrientes. Nueve décimas partes de la energía del bosque se almacena en las hojas y los tejidos de los propios árboles. El suelo del bosque es una masa porosa, que impide que los minerales y los nutrientes puedan ser arrastrados por las aguas de las lluvias. Tan pronto como cae un árbol o un animal muere, los descomponedores hacen de ese proceso una fuente de alimento.

La Selva Amazónica, tiene dos estaciones pluviométricas, húmeda y seca, con poca diferenciación entre cada una de ellas. Existen plantas como las lianas, que se han adaptado, y se entrelazan en cada unos de los niveles. Son flexibles como cuerdas, crecen y se estiran en busca del sol, retorciéndose y apoyándose en los árboles. Alcanzando hasta 200 metros de longitud.

También abundan en todos los niveles las plantas epifitas, que crecen sobre otras plantas buscando la luz solar. Ejercen funciones importantes en la selva, como conservar agua y alimentos (hojas muertas e insectos) después de una tormenta. Entre las epifitas más conocidas se encuentran las orquídeas. Otras plantas se destacan, como el helecho acuático, quienes flotan en el agua, nutriéndose a través de las hojas, o se instalan en las ramas, como las epifitas.

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