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sábado, 26 de septiembre de 2015

METAECOLOGÍA: ..."QUE TU NATIVA RUSTIQUEZ DESAMA" (POESÍA, LIBERTAD* LA PERCEPCIÓN DE ANDRÉS BELLO)


Dotaron las guerras por la independencia de las antiguas colonias españolas del Nuevo Mundo (1810-1824) a sus habitantes de una concepción de la libertad, junto a un sentimiento de la misma, nunca antes conocido por la humanidad occidental. Los horizontes de lo político, lo social, lo económico, lo moral, lo religioso quedó com­prendido en esa emancipación, mas también lo artístico, valga decir las bellas artes,
y la lírica. La poesía, en potencia, libertad significa, pero requiere para ello de valentía en el hacerse, necesita aventura, audacia en la creatividad -poietiké- verbal. El coraje de ser aportativo, la palabra franca, el'sacro misterio milagro de la belleza el alma poética esencian. Andrés Bello así lo entendió? pensó había llega­do la gran oportunidad de la ódica para desarrollar, expandir su creatividad formal, espiritual, de elucidar en sus niveles más profundos, extraer de allí la autónoma fortitud para desalojar de manera definitiva en los liberados espacios de la Zona Tórrida a la dogmática retórica de la poética europea. Claramente en su siempre admi­rable composición Alocución a la Poesía (Londres, Biblioteca Americana, 1823) lo ex­pondrá,
"Divina Poesía
(o..)
tiempo es que dejes ya la culta Europa que tu nativa rustiquez desama1,"
(...)
¿Qué expresa en su verdad el plano evocado del verso de Bello "que tu nativa rus ti quez desama"? Por supuesto cualquiera interpretación simplista se descartas los rústi

oon.su rustiquez deambulan por todos los.Continentes. El Diccionario de la Real Acade­
mia española (1992) los defines "Rústico, ca. Perteneciente o relativo al campo. Tosco grosero. Hombre de campo." "Rustiquez: Calidad de rústico". En cuanto al epíteto na­tivo, nativa, precisa el DRAE: "Que nace naturalmente. Perteneciente al país o lugar en que uno ha nacido." No_ se trata, pues, de repetir lo obvio. Encierra, por el con­trario, en esa verso la perspicacia de Bello la metáfora de un concepto trascenden­tal, novedoso, desafiante: "nativa rustiquez" la libertad significa, esa virtud, ese sentimiento innato al Huevo Miando. Sobran los testimonios de como esa libertad ínsi­ta a los primigenios pobladores de este Continente sorprendió a la par de producir una. profunda aversión e incomprensión absoluta a los llamados conquistadores espacióles. Cuando éstos arribaron a los territorios novomundanos ya vencían enfermos por esa pa­tología anímica nominada luego por Eric Fromm "el miedo a la libertad". Afirmó cate­góricamente el filósofo Federico Guillermo José Schelling en su libro Sobre la esen­cia de la libertad humana (1809) lo siguiente: "Sólo quien haya experimentado la li­bertad puede sentir la necesidad de hacerlo todo análogo a ella, de difundirla por todo el universo." Jamás supieron los conquistadores españoles de ese excelso senti­miento, por el contrario invadieron poseídos por el morbo de esclavizar (de manera cobarde por su superioridad militar), de obtener riqueza fácil mediante el robo, el genocidio, la "auri rabida sitis"... Produjo en ellos, en su estrecha ética, en su pensamiento domado por la dura dogmática de su cultura hispánica, en su psique, páni­co esta revelación existencial propia de los íncolas de la Zona Tórrida. Por eso, con la conquista; los invasores hispanos no sólo se apoderaron de las riquezas a la mano, de los minerales nobles, de las tierras, sino también asaltaron esa libertad, quisieron extirparla de mil formas; exterminaron, esclavizaron, genocidiaron a los aborígenes pero la libertad escondió su viva llama, debajo de las cenizas del cata­clismo; trescientos años después constituirá "la originaria forzosa necesidad" (M. Hefdegger), la fuerza espiritual, la enérgia moral, el combustible muscular de quienes -mestizos, indios, negros, blancos- conducirían victoriosamente la Guerra de la Independencia* «..«"que tu nativa rustiquez desama”, en definitiva, una bella metáfora de la libertad entonada en un armonioso endecasílabo yámbico.
Encarna Bolívar el primer gran intérprete del pensamiento y del espíritu de la libertad del Nuevo Mundo. Dotó Bolívar de una nueva esencia a la Idea de la liber­tad. En la antigüedad clásica los griegos, por supuesto, dicho concepto poseyeron,lo nominaron eleuthería (), en medio sin embargo de una paradoja, uncida a la minoría libre una inmensa colectividad de esclavos cohabitaba. Hállase igual con­tradicción, más aguda aún, en la sociedad romana; junto a su vocablo libertas enormes masas de siervos provenientes de una periferia de estados sometidos. Belativizaba en­tonces esa aporía el ser de esas dos palabras originarias sustentadoras del concepto. Vertió Bolívar su novísima interpretación de la libertad en constituciones, leyes, discursos, proclamas, en su hacer militar casado con el destino de independizar estos pueblos e inclusive en la mera sintaxis de la elocución estructurante de su oratoria, de sus epístolas; aporta ahora si para Occidente un ser, una realidad efectiva, a la noción de autonomía absoluta. La convierte en una acción^ en un instrumento, con apo­yo nutricio teórico, con ejemplaridad práctica. Le da esa espiritualidad objetiva -originaria del Nuevo Continente- en la acepción hegeliana. Proporciona Bolívar, pues, desde ese ser genesíaco brotado del mestizaje, a partir del "recuerdo interiorizante del inicio” (Heidegger), de la memoria originaria-originante, en fin de la arkhé -del fundamento, de la raíz- un horizonte nuevo, revolucionario, metafísico. Por eso las jóvenes repúblicas de la "Salve, fecunda zona, / que al sol enamorado circunscri­bes", de"las regiones equinocciales del Nuevo Continente” a Bolívar lo nominaron El Libertador.•. Tal vez en el inconsciente colectivo su Dios de la Libertad sea.
Canta Bello en la composición paradigma seleccionada para este escrito, última estrofa,
•(...)
"Mas no a mi débil voz la larga suma - d.e sus victorias numerar compete; a ingenio más feliz, más docta pluma, su grata patria encargo tal comete; pues como aquel samán que siglos cuenta, de las vecinas gentes venerado, que vio en torno a su “basa corpulenta el "bosque muchas veces renovado, y vasto espacio cubre con la hojosa copa, de mil inviernos victoriosa; así tu gloria al cielo se sublima, Libertador del pueblo colombiano; digna de que la lleven dulce rima y culta historia al tiempo más lejano."

( Alocución a la Poesía ).

Invita Andrés Bello a la Poesía -cual una divinidad- a venir a estos inmensos
territorios designados por Humboldt, con su precisión de científico, "las regiones
equinocciales del Huevo Continente", aunque Bello con un concepto también originario
los nominó la Zona Tórrida, la comprendida entre los dos Trópicos, el de Cáncer, el
de Capricornio, mas sólo la parte circunscrita en el Huevo Mundo. Por cuanto aquí la
divinidad Poesía hallará -para asumirla de cara al futuro su "nativa rustiquez"- un
estrato consubstancial del ser de la ódica, de los cantos: la intrínseca libertad;

difícil de alcanzarla, en su pertinente plenitud natural, en Europa por el viejo im­pedimento de la compleja red de dogmas conformantes de su sociedad en aquel enton­ces: fanatismos religiosos, políticos, morales, sus fosilizados credos estético-for
males, en fin. Pilosa metáfora contra el dogmatismo literario europeo la expresa Bello con "encina carcomida".
Reafirma más adelante Bello, en la misma composición, esta visionaria tesis cuando escribe en sus versos, dialogando por supuesto con la "Divina Poesía"
(...)
"Descuelga de la encina carcomida tu dulce lira de oro,
(...)
y sobre el vasto Atlántico tendiendo tus vagorosas alas, a otro cielo, a otro mundo, a otras gentes te encamina,
(...)
América, del Sol joven esposa,
del antiguo Océano hija postrera, en su seno feraz cria y esmera".


Con otro designio, sobre el relámpago'de sus frases, Bolívar en su Carta de Jamai­ca (1815) la misma visión expone, piensa: "Nosotros somos un pequeño género humano; poseemos un mundo aparte; cercado por dilatados mares, nuevo en casi todas las artes y ciencias"••.
Si la esencia del hombre su propia aventura la define, esta esenciaventura en el trovador el camino de los versos asume de manera autónoma, independiente, espontá­nea, se verterá en su ritmo interior, depositará en ello lo pirro -el oro- de cuanto en ese existente ha sucedido, hace la entidad más ósea del poema, su realidad.
F.G.J. Schelling, en la mencionada obra, señala concluyente: "El sentimiento de la libertad está intimamente grabado en cada uno, aunque para asomar a la superficie se requiere una fuerza y profundidad de sentido mayores a lo habitual" (...) (p.7l).
Añado, también para finalizar: La emancipación -de cualquier condicionamiento externo, de todo compromiso espurio- es una necesidad interna del poema para mani­festar ( phafnein ) su ser. Andrés Bello en su grata silva, ya citada, exhaustiva, fehacientemente muestra la identidad consubstancial def ser de la libertad con la poesía; las regiones equinocciales del Nuevo Continente, el Nuevo Mundo, la Zona Tórrida, a
ello coadyuvaron. Cien anos después de Bello, otro admirable poema, el CHEBO de Mi- *
guel Angel Asturias, lo ratifica.
"Creo en la libertad, madre de América, creadora de mares dulces en la tierra, y en Bolívar, su hijo, señor nuestro, que nació en Venezuela".••
(...)
* * *
ASISTENCIA BIBLIOGRÁFICA:
Miguel Ángel Asturias, CREIDO. Mérida, Erato, 2011 (Afiche ¿ pliego, con ilustraciones
Andrés Bello, Poesías. Caracas, La Casa de Bello, I98I (Obras completas, v. I: ALOCU­CIÓN A LA POESÍA, PP.-43-64; LA AGRICULTURA DE LA ZONA TÓRRIDA, pp. 65-74).
Simón Bolívar, Carta de Jamaica (1815)> En: Simón Bolívar, Siete documentos esencia­les. Caracas., Presidencia de la República, 1973.


Diccionario de la lengua española. Madrid, Real Academia Española, 1992. 2 v ._DRAS_/, Eric Fromm, El miedo a la libertad. Barcelona, Paidós, 2008.
Martin Heidegger, Aportes a la filosofía. Acerca del evento. Buenos Aires, Biblos,
2006 o
Martin Eeidegger, Conceptos fundamentales. Madrid, Alianza Editorial, 1994.
Alejandro de Humboldt, Viaje a las regiones equinocciales del Huevo Continente> Cara­cas, Biblioteca Venezolana de Cultura, 1941-1942. 5 v.
Federico G. J. Schelling, Sobre la esencia de la libertad humana. Buenos Aires,
Juárez Editor, 1969.

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