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sábado, 26 de septiembre de 2015

METAECOLOGÍA: UN VER LOS DESHABITADOS PARAISOS, POEMARIO DE JUAN BEROES

Porque seguro estoy que al final de lo escrito,

batirá puerta de gloria*.• ¡y puerta de estercolero!"

J. Beroes


Dedicó Juan Beroes (San Cristóbal, 1914» Caracas, 1975) a escribir su poemario Los deshabitados paraísos cuatro años, desde 1963 hasta 1966, editado luego en Caracas en
1967 (1).
"estas obscuras palabras mías" (p. 7)*
¿Qué se dice en esas páginas, qué se piensa en esos versos, en esos cantos, en esos cuarenta y siete poemas? ¿Qué alumbra la videncialidad de esas estrofas? Invoca el trovador en el poema pórtico -sin titulo, sin número- a Zeus, a Líos, a Jehová, a Yavé (¿cómo se llama?), aunque sin nombrarlo a no ser sino con perífrasis. "Espíritu inmortal y solemne" (p. 7), "Espíritu anunciador" (p. 8), entre otras. ¿Por qué lo implora el vate? Después de contrastar el inmenso poder divino con su personal miseria humana -"y quebranta la tierra de mis iniquidades" (p. 7)“ suplica "voz para que deslumbrada ante tus olas magnificas / alabe con himnos de generosa ¿juventud / cuanto por ti me fue dado para prueba de tu fortaleza" (p. 8), para su libro, también ruega "tierna sabiduría", dolor, amor. Rinde además Beroes, necesariamente con los primeros versos, su sagrado culto a la poesía de Occidente, a su primer poema, la Iliada, cuando en vez de convocar la musa ("Canta, diosa, la cólera aciaga de Aquiles pelida") invita de manera univoca a Díos, "Desciende a mi, Espíritu inmortal y solemne" (...).

Luego de esta invocación u oración el corpus Ódico comienza, integrado por tres sus años se fortalecerá hasta coincidir en su desenvolvimiento ciudadano con una definida, valiente, actitud socrática, también kantiana, con mucho -por lo menos al nivel de la conducta civil- de un cristianismo intimo sin doctrina ni sistema religioso alguno, ¡lejos de él cualquier asomo dogmático! (Su única religión a la cual consagró su temporalidad; la poesía). Pudo por eso -con este rico sostén científico, espiritual- entender, asumir plenamente la naturaleza en su acepción ecológica.
Nunca nombró -en el grado de su escritura versificada- el término ecología (o sus derivados) pero ella late a lo extenso de sus reviviscencias; la palabra "árbol" casi todas sus composiciones cruza, en aproximada frecuencia le siguen los pájaros, las ranas, otros animales de la fauna silvestre, así mismo las piedras, el verdor de los cerros, los ríos, el mar, la tierra, la lluvia, el viento, el aire, las nubes, las estrellas, la luna, el Sol, la Tierra (la llama "Gran Aya"), vincu­lados, circuyentes, con certeza, al humanus en sus disímiles edades, sexos, condi­ción social, ambientes, épocas.
Expuso en su dilatado epos lírico el maravilloso asombro, laudatorio, por la vegetación venezolana inseparable de su fauna cual dos siglos atrás Humboldt lo evidenciara en su tratado genesíaco defensor de la cosmología del Nuevo Mundo, ro­tulada en castellano Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, vo­lumen revelador a los demás pueblos de este Planeta, sobre los rieles de la verdad científica, la magnífica existencia de este Continente. Encaja por eso la ódica de Carlos Augusto León con el origen de la poesía suramericanas "ALOCUCION A LA POESIA" , "LA AGRICULTURA LE LA ZONA TÓRRIDA" de Andrés Bello, con buena fortuna continuada por los grades trovadores de este País.
"LA FLOR LE BAILE Yo estaba en mi tristeza y de pronto
se abrió la flor de baile, la de los largos pétalos que estallan de blancura..•
Sólo una vez al año
                               llena toda la noche su fragancia, 
                               muere al amanecer.
Yo estaba en mi tristeza y me dije
que bien vale la pena vivir para mirar cosas como ésta, aunque sólo sea
una vez al año."                  C.A.L., Juegos del yo, p. 25.
Finalmente
Su organizada acumulación de saberes científicos, artísticos, el afortunado hablar, escribir, diversas lenguas extranjeras modernas; sus viajes o mejor aún sus prolongadas estancias en los llamados durante la Guerra Fría "países del este” europeo, de igual manera en México; sus sólidas amistades con intelectuales de su contemporaneidad -Diego Rivera, Pablo Neruda, Efraín Huerta, David Alfaro Siqueiros, Yllya Ehrenburg, Jorge Carrera Andrade, Paul Eluard, Fréderic Joliot Curie, Nazim Hikmet, Jorge Zalamea, entre tantos otros- les hubieran permitido considerar se, con legitimidad, un ciudadano universal o con un vocablo muy del gusto del señor Kant, un "cosmopolita”. Reclamó sin embargo siempre para su sano orgullo el gen tilicio de venezolano. Llevó con honra por donde anduvo, divulgó con sus versos, con sus acciones, en serena actitud bizarra, su venezolanía. Hoy, un escudo intelectual de su Nación su obra representa.

Aparecieron sus primeros poemarios en la plena eclosión de los bardos de la no­minada Generación del sus opúsculos, a la par de los del poeta Juan Beroes, de­finitivamente la atención de los lectores de ese momento literario hacia ellos dos se vuelca. Durante la década del 50 sus cantos, por su explícita defensa de la li­bertad del hombre, el develar la pobreza de sectores de la población, el abogar por la democracia, por su aire revolucionario, se suman a las pocas manifestaciones in­telectuales de resistencia contra la dictadura. Se inserta luego su trova de manera cabal, por apuntar su contenido a lo universal contemporáneo, en los novedosos, múltiples movimientos artísticos, intelectuales de los años sesenta. Desde aquellos admirables lustros, desde ese entonces aquel viandante por la "aventura de los cami­nos" (Sófocles) de los parajes de su orbe hasta el presente su obra escrita permite definirlo cual uno de los poetas clásicos venezolanos.
"Has de vivir el alba alegremente.
Toma en tus manos con júbilo
la semilla del día, que germina..." G.A.L., El río fértil, p. 485*
Se desenvolvió la vida de Garlos Augusto León en un diáfano equilibrio racional con sus coetáneos, en armonía siempre con la naturaleza en su acepción ecológica. Logró, se podría afirmar, la alegría de existir, esa resumida por él en dos versos» "La dicha es tan grande f y tan sencilla" ( El río fértil, p. 54)* Ludo, tal vez -objetivo nada fácil- sospitare dignitatem, o con una frase de Kant, "la dignidad de ser feliz" ( Teoría y práctica )j transvasó ese discurrir intelectivo-sensitivo a sus estrofas, así a sus lectores señaló la posibilidad de salir del laberinto por la puerta conducente a la kalokágathía , a la esperanza, al sueño de la vigilia.
"Que suerte» aún no he arribado, ni tal vez llegue nunca, al poema que quiero.
Hay que empezar de nuevo, siempre. El camino
comienza cada día."               C.A.L., Lo infinito por decir, p. 19.
Guando el cantor no establece distancia entre su pulchritudo cantus y el relám­pago de su temporalidad se funden su ventura y su ódica en una -angustiosa o sere na- temeridad de existencia. Levantar, por eso, en -un texto la biografía de Garlos Augusto León resultará un trabajo intelectual dificultoso, por cuanto deberá irse más allá de lo documental, sin excluirlo» sólo dejarle su carácter referencial» cronología, espacios (viajes, ciudades, la casa), amistades, actividades docentes, administrativas, la familia, bibliografía, en síntesis* El verdadero transcurrir, el evidente arraigo de este trovador noble, puro, en sus estrofas reside, va desa­rrollado verso a verso, poema a poema. Iluminar con el intelecto uncido al afecto hilo a hilo el tejido de sus estrofas para así poder toparse con lo óseo de su bienandanza por los múltiples paisajes espirituales, físicos, en el país de sus días otorgados.

Lubio Cardozo, poeta ambientalista venezolano

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