En una tranquila costa luminosa, el mar brilla y los niños de una aldea pesquera juegan cerca de sus botes.
Las costas de Luzmarea eran sagradas. Aguas limpias, arenas doradas y un pueblo que vivía en armonía con el mar.
Nubes negras surgen en el horizonte. Del mar profundo emerge Garbagman, gigantesco, cubierto de alquitrán, tubos rotos y redes contaminadas.
Garbagman (gritando):
¡El mar también me pertenece! ¡Beban petróleo, coman plástico!
Garbagman lanza toneladas de residuos industriales y barriles oxidados en el océano. Peces muertos flotan. La costa empieza a ennegrecerse.
El veneno avanzaba como una marea oscura.
Los pescadores solo tenían una esperanza...
Del viento salino y la arena surge una figura dorada, con una capa de algas sagradas y un báculo de coral: es GEC-Arenus.
GEC-Arenus:
¡Las costas son guardianas de vida, no de tu podredumbre!
¡Yo soy la resistencia de las olas!
Combate feroz. GEC-Arenus invoca ráfagas de arena luminosa que solidifican los residuos. Garbagman responde con chorros de ácido y lodo.
Onomatopeya:
¡CHSSHHH! ¡BROOOUUM!
Niños y pescadores rezan y lanzan al mar ofrendas de sal y cantos ancestrales. La energía espiritual del pueblo fortalece a GEC-Arenus.
Cuando un pueblo defiende el mar, no hay veneno que pueda con su luz.
GEC-Arenus lanza su ataque final: una ola de purificación solar que encierra a Garbagman en una trampa de sal viva y luz coralina. Garbagman es arrastrado por la corriente hacia el abismo marino.GEC-Arenus (gritando):
¡Por cada pez, cada ola, cada niño... esta costa seguirá viva!
La playa vuelve a brillar. La gente abraza a GEC-Arenus.
Ese día, las costas no se rindieron.
Porque donde hay brisa y luz, hay un guardián llamado GEC-Arenus.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario