Mortalmente herido esta el último pulmón verde del norte de
Suramerica y barrera natural contra los vientos que vienen por el Atlántico desde el África, así se encuentra el territorio
venezolano llamado el Esequibo, debido a la agresiva deforestación que hoy sufre por parte de trasnacionales madereras
como la empresa Bai Shan Lin y de minería a cielo abierto como la canadiense Guyana Goldfields. Una acción sin
precedente que hoy contribuye drásticamente a ese futuro global incierto que se avizora por el calentamiento sensible de la atmósfera en las próximas décadas.
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El Esequibo frente al cambio climático
El Esequibo debe ser considerado como una zona vulnerable a los efectos del calentamiento global por ser un territorio estratégico por su geografía costera preamazonica, que hace un valorable aporte en la regulación climática de la
región y a su vez coadyuva a mitigar los efectos del cambio climático. Así mismo, sus humedales, cumplen una función de
“tampón de extremos”, laminando y suavizando fenómenos meteorológicos como sequías y lluvias torrenciales, cuya frecuencia se proyecta en aumento con las implicaciones del cambio climático.
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