La
vida en el hemisferio norte contiene dos biomas típicos, que se
extienden, uno a continuación del otro, entre las regiones polares y los
biomas situados más al sur. Ellos son la tundra, carente de vegetación
arbórea, y los bosques boreales o taiga, bosques principalmente de
coníferas.
La
tundra, es el nombre que se le da a estos bosques polares, sobre todo,
en las regiones árticas de Asia que se encuentran entre los hielos
perpetuos al norte y los bosques de la taiga al sur o bosques boreales.
El suelo de la tundra permanece helado durante la mayor parte del año, y
se deshiela parcialmente en verano. El agua se acumula entonces en
cenagales y pantanos. En la tundra, el factor limitante es la
temperatura. El promedio de precipitaciones anuales es bajo, alrededor
de 250 mm, y la temperatura máxima no supera los 10 º C. El subsuelo
presenta una capa helada permanente, cuyo espesor varía según la
estación. Esta capa de suelo recibe el nombre de permafrost.
En
la tundra, las formas de vida dominantes son los musgos y los líquenes.
A pesar de las escasas lluvias, ambas formas crecen bien, porque la
evaporación es casi inexistente y hay gran concentración de humedad. El
suelo, pobre en sustancias orgánicas, presenta escasez de nutrientes.
Toda la tundra es zona de turberas, depósitos de un combustible fósil,
la turba, formado por residuos vegetales que se acumularon durante miles
de años en los pantanos. Por el intenso frío, el proceso de
descomposición es muy lento y la formación de suelo fértil resulta
escasa. La fauna de la tundra también presenta poca diversidad. Las dos
especies principales son el reno, en Europa y Asia, y el caribú en
América. Se trata de animales muy parecidos que, muy probablemente,
descienden de un antepasado común. Son mamíferos rumiantes de la familia
de los cérvidos, y viven en rebaños. Aproximadamente, tienen un metro y
medio de alzada (la altura de un cuadrúpedo, medida desde el suelo
hasta la parte más alta del lomo). Su pelaje, muy tupido, cambia del
gris pardo al blanco, en invierno. Poseen astas, con las que excavan en
la nieve en busca de los líquenes, su alimento. Migran periódicamente,
de acuerdo con los ciclos de reproducción de las formas de vida de las
que se nutren. Los renos se domestican, y sirven como animales de tiro y
carga. Otros mamíferos que se alimentan de plantas y líquenes son los
lemmings, especies de ratas de campo.
Hay
también liebres árticas, lobos, zorros, linces y osos polares, y hasta
un tipo de bovino silvestre adaptado al frío intenso, el buey
almizclero. Muchos de estos animales hibernan, es decir, entran en
estado de letargo invernal, después de haber acumulado reservas en su
organismo durante la breve temporada cálida. Es mayor la variedad de
aves: se encuentran búhos nivales, palmípedos como el ánsar y el
colimbo, y el halcón más grande que se conoce, el gerifalte. Otras aves
provienen del sur, y encuentran en la tundra las condiciones necesarias
para anidar y reproducirse. Durante los escasos días veraniegos hay
también jejenes y mosquitos. Es sorprendente que en zonas tan frías
estos insectos lleguen a reproducirse hasta formar enjambres
gigantescos. En la corta temporada de verano, parte de la nieve
acumulada se derrite, el subsuelo de la tundra, helado durante todo el
año, impide el drenaje y se forman charcos y pantanos. El agua estancada
alcanza entonces temperaturas suficientes para la reproducción de las
larvas de los mosquitos.
Tradicionalmente,
la tundra ha estado habitada por esquimales -cazadores y pescadores- y
por pastores de renos, que siguen desplazándose desde los bosques, en
busca de alimento para sus rebaños y alcanzan la tundra en la época
menos fría del año. Es interesante observar que la vida de estos pueblos
evoca en cierto modo la del llamado Hombre de Cro-Magnon, un antecesor
del hombre actual que habitó la región de Dordoña, en el sur de Francia,
hace unos 30.000 años. Esa zona, templada en la actualidad, era tundra
en aquellos tiempos. Los descubrimientos arqueológicos y las pinturas de
las cuevas en que vivían muestran similitudes con grupos esquimales de
la tundra actual.
Los
bosques boreales o taiga, son los que se desarrollan, al sur de la
tundra y al norte de la estepa. Son formaciones boscosa de clima frío,
con predominio de coníferas. Este bioma es llamado al norte de Siberia,
taiga que significa en ruso bosques fríos y en la región del mar de
Hudson y en el norte del Canadá son llamados bosques boreales, que
significa bosques del norte. Allí crecen, favorecido por climas menos
rigurosos que los de la tundra y por un suelo que sufre menos el efecto
de las nevadas. La temperatura media es de 19º C en verano, y -30ºC en
invierno; el promedio anual de precipitaciones alcanza a 450 mm. En toda
esta zona Los países escandinavos, Siberia y Canadá presentan bosques
de abetos, pinos y alerces, y de abedules. La fauna está compuesta por
animales que resisten el frío, muchos de los cuales hibernan: alces,
bisontes, lobos, osos, martas, linces, ardillas, marmotas, castores,
lemmings y venados.
Entre
el extremo norte del bosque boreal, donde los árboles se regeneran
activamente, y la tundra desprovista de árboles hay una zona de
transición dinámica conocida como «bosque-tundra». La extensión de esta
zona puede variar desde unos pocos kilómetros en América del Norte hasta
más de 200 kilómetros en Europa. Está naturalmente fragmentada y se
compone de parcelas cuya cubierta forestal es relativamente densa,
interrumpidas por zonas de líquenes y brezos, así como en zonas
escasamente arboladas. Esta zona de transición alberga más especies que
el sistema boreal y que el sistema de la tundra, pues contiene especies
de ambos. Los árboles del bosque-tundra a menudo están poco
desarrollados, y su regeneración es lenta. Esto ha hecho que,
tradicionalmente, sea poco práctica la explotación comercial de la
madera, aunque el ecosistema ha brindado durante siglos leña y madera de
construcción a los pueblos indígenas. El aumento de la demanda mundial
de recursos podría hacer, sin embargo, que el bosque-tundra se
transforme en una gran fuente de productos básicos. De hecho las
actividades de explotación forestal en Fennoscandia y el noroeste de
Rusia se extendieron hasta muy cerca del bosque-tundra en los decenios
de los años sesenta y noventa.
En
invierno el bosque-tundra es un hábitat importante para el Caribú del
Canadá y Alaska y para el Reno de Europa, sirviendo de apoyo a su vez a
las actividades de cría de renos de los pueblos indígenas como los Saami
de Escandinavia. La zona alberga también las actividades de cría de
ovejas, pesca y recolección de productos no madereros. Las funciones
físicas más importantes del bosque-tundra son: estabilizar y proteger
los nutrientes y suelos frágiles, prevenir la erosión, conservar los
recursos hídricos y la capacidad de las cuencas, filtrar los
contaminantes, servir como indicador de los cambios climáticos y, en
conjunto con el bosque boreal propiamente dicho, ser depósito de
carbono. Cualquier cambio importante en la zona de bosques boreales
podría tener efectos considerables sobre el nivel de CO2 en la
atmósfera. Los bosques boreales contienen el 26 por ciento de las
reservas totales de carbono, más que cualquier otro ecosistema terrestre
del planeta: 323 gigatoneladas en la Federación de Rusia, 223
gigatoneladas en Canadá y 13 gigatoneladas en Alaska.
A
la inversa, se calcula que los cambios climáticos producirán en los
bosques boreales aumentos de temperatura mayores que en cualquier otro
tipo de bosque. El calentamiento, que será mayor en invierno que en
verano, según se estima, desplazará hacia el norte las zonas climáticas a
un ritmo de hasta 5 kilómetros por año. Los bosques boreales avanzarán
hacia el norte; en sus zonas meridionales, por el contrario,
desaparecerán o serán reemplazados por especies templadas. Durante el
verano los suelos serán más secos, y los incendios y sequías más
frecuentes. De continuar con el sobre consumo todo indica que para el
2100, la expansión del bosque boreal hacia el norte reducirá en
aproximadamente el 50 por ciento el área de la tundra.
Otros artículos del miusmo autor relacionados al tema:
Lenín Cardozo
Pulse aqui http://issuu.com/hemu7/docs/bosques_boreales
Para aprender mas lea Bosques Boreales .La corona verde del Planeta Tierra: sus pobladores, clima, fauna y flora. Un libro para sentirnos orgullosos
Este libro pretende estimular al lector hispano a conocer el maravilloso mundo boreal, tanto de sus bosques, clima como la de su fauna y pobladores. Por supuesto el tema de las auroras boreales no podía faltar.
Poco sabemos sobre este importante tema, porque seguramente los bosques tropicales por años han eclipsado la atención mundial, sin embargo, estamos hablando que el 30% de los bosques del mundo se encuentran en la zona boreal.
Los bosques boreales son los más septentrionales del planeta (la mayor parte se extiende entre los 50º y 60º de latitud norte). Este bioma aparece solamente en el Hemisferio Norte, pues en el Hemisferio Sur en estas latitudes no existen masas continentales. Son el último pulmón verde del planeta y se extiende a lo largo del norte de Canadá, Alaska, Rusia y Escandinavia, están cerca de convertirse en el próximo Amazonas. Ya que se encuentra bajo una amenaza creciente, producto del cambio climático y la presencia humana depredadora.
En el presente, científicos y ambientalistas exigen medidas urgentes para preservar los bosques boreales y asegurar su biodiversidad, además de prevenir la pérdida de uno de los mayores sumideros de CO2 del planeta. Ellos comprenden un tercio del área boscosa mundial y un tercio del carbono almacenado.
Estos bosques no escapan al complejo problema del cambio climático y cuanto más indagan los científicos más variables encuentran que se deben estudiar. El clima del planeta es un sistema global, que está totalmente interconectado, así que una disfunción local puede afectar a la totalidad. Prueba de ellos, es que en los últimos años se ha comprobado que el aumento de la temperatura está matando a las coníferas al norte del Canadá. Representando una nueva variable, hasta ahora no estudiada a profundidad, en la lucha contra el calentamiento global.
El título de este libro es Bosques Boreales la corona verde del Planeta Tierra y está dividido en tres partes: Los Bosques Boreales, Los Pueblos Boreales y La Aurora Boreal.
La primera parte plantea y analiza los siguientes 11 tópicos: 1.- Los bosques boreales o Taiga; 2.- Clima de los bosques boreales; 3.- Flora y fauna del bosque boreal; 4.- Tundra y bosques boreales, la última frontera; 5.- CO2 bosques boreales; 6.- Alces, Renos y Ciervos, los grandes herbívoros mamíferos de los bosques boreales del Canadá; 7.- Deforestación en los bosques boreales; 8.- Efectos de la minería sobre los bosques boreales canadienses; 9.- El calentamiento global y la degradación del bosque boreal canadiense; 10.- Bosques boreales avanzan hacia el norte para protegerse del cambio climático; y, 11.- El futuro de los bosques boreales.
La Segunda parte propone un acercamiento aproximativo sobre el hábitat, la cultura y costumbre de los pueblos aborígenes del extremo norte. Negados a extinguirse y con la mayor tenacidad por la supervivencia, habitan en las regiones boreales o taiga y de la tundra, uno de los poblamientos más antiguos de la humanidad. El amplio abanico de pueblos nativos que residen en esos gélidos territorios del planeta, nos confirman su gran capacidad de adaptación a estos biomas. Encontramos así: 1.- Los pueblos aborígenes del extremo norte; 2.- Los Aleutianos; 3.- Los Inuit o Esquimales; 4.- Los Dolganos; 5.- Los Nenets; 6.- Los Nganasans; 7.- Los Koryaks; y, 8.- Los Chukchis.
Por último, la tercera parte propone reflexionar sobre ese fenómeno natural maravilloso que son Las Auroras boreales o luces del norte. Aurora Boreal es un término compuesto que tiene su origen, en primer lugar, en la diosa romana del amanecer, Aurora (Eos para los griegos); y, seguidamente, del término de origen griego, Bóreas, dios del helado viento nórdico.
Galileo Galilei acuñó el término aurora en un ensayo que publicó junto a un alumno suyo, Guiducci, en 1616. En él, tras describir la asombrosa iluminación del cielo septentrional, concluye: "formándose así para nosotros esta aurora boreal". Tres años más tarde ofreció una explicación, equivocada, sobre su naturaleza. Para Galileo las brillantes luces eran resultado del calentamiento del aire que rodeaba la Tierra y del reflejo de la luz solar sobre la atmósfera.
Los artículos de este libro fueron publicados a lo largo de estos últimos 5 años y han sido consultados por más de 2 millones de cibernautas, según Google.
Con mucho orgullo publicamos digitalmente, seguro estamos que seremos parte de los libros del futuro, no más árboles sacrificados para hacer la pulpa para el papel, no más derivados contaminantes para hacer las tintas con que se escriben los libros.
Poco sabemos sobre este importante tema, porque seguramente los bosques tropicales por años han eclipsado la atención mundial, sin embargo, estamos hablando que el 30% de los bosques del mundo se encuentran en la zona boreal.
Los bosques boreales son los más septentrionales del planeta (la mayor parte se extiende entre los 50º y 60º de latitud norte). Este bioma aparece solamente en el Hemisferio Norte, pues en el Hemisferio Sur en estas latitudes no existen masas continentales. Son el último pulmón verde del planeta y se extiende a lo largo del norte de Canadá, Alaska, Rusia y Escandinavia, están cerca de convertirse en el próximo Amazonas. Ya que se encuentra bajo una amenaza creciente, producto del cambio climático y la presencia humana depredadora.
En el presente, científicos y ambientalistas exigen medidas urgentes para preservar los bosques boreales y asegurar su biodiversidad, además de prevenir la pérdida de uno de los mayores sumideros de CO2 del planeta. Ellos comprenden un tercio del área boscosa mundial y un tercio del carbono almacenado.
Estos bosques no escapan al complejo problema del cambio climático y cuanto más indagan los científicos más variables encuentran que se deben estudiar. El clima del planeta es un sistema global, que está totalmente interconectado, así que una disfunción local puede afectar a la totalidad. Prueba de ellos, es que en los últimos años se ha comprobado que el aumento de la temperatura está matando a las coníferas al norte del Canadá. Representando una nueva variable, hasta ahora no estudiada a profundidad, en la lucha contra el calentamiento global.
El título de este libro es Bosques Boreales la corona verde del Planeta Tierra y está dividido en tres partes: Los Bosques Boreales, Los Pueblos Boreales y La Aurora Boreal.
La primera parte plantea y analiza los siguientes 11 tópicos: 1.- Los bosques boreales o Taiga; 2.- Clima de los bosques boreales; 3.- Flora y fauna del bosque boreal; 4.- Tundra y bosques boreales, la última frontera; 5.- CO2 bosques boreales; 6.- Alces, Renos y Ciervos, los grandes herbívoros mamíferos de los bosques boreales del Canadá; 7.- Deforestación en los bosques boreales; 8.- Efectos de la minería sobre los bosques boreales canadienses; 9.- El calentamiento global y la degradación del bosque boreal canadiense; 10.- Bosques boreales avanzan hacia el norte para protegerse del cambio climático; y, 11.- El futuro de los bosques boreales.
La Segunda parte propone un acercamiento aproximativo sobre el hábitat, la cultura y costumbre de los pueblos aborígenes del extremo norte. Negados a extinguirse y con la mayor tenacidad por la supervivencia, habitan en las regiones boreales o taiga y de la tundra, uno de los poblamientos más antiguos de la humanidad. El amplio abanico de pueblos nativos que residen en esos gélidos territorios del planeta, nos confirman su gran capacidad de adaptación a estos biomas. Encontramos así: 1.- Los pueblos aborígenes del extremo norte; 2.- Los Aleutianos; 3.- Los Inuit o Esquimales; 4.- Los Dolganos; 5.- Los Nenets; 6.- Los Nganasans; 7.- Los Koryaks; y, 8.- Los Chukchis.
Por último, la tercera parte propone reflexionar sobre ese fenómeno natural maravilloso que son Las Auroras boreales o luces del norte. Aurora Boreal es un término compuesto que tiene su origen, en primer lugar, en la diosa romana del amanecer, Aurora (Eos para los griegos); y, seguidamente, del término de origen griego, Bóreas, dios del helado viento nórdico.
Galileo Galilei acuñó el término aurora en un ensayo que publicó junto a un alumno suyo, Guiducci, en 1616. En él, tras describir la asombrosa iluminación del cielo septentrional, concluye: "formándose así para nosotros esta aurora boreal". Tres años más tarde ofreció una explicación, equivocada, sobre su naturaleza. Para Galileo las brillantes luces eran resultado del calentamiento del aire que rodeaba la Tierra y del reflejo de la luz solar sobre la atmósfera.
Los artículos de este libro fueron publicados a lo largo de estos últimos 5 años y han sido consultados por más de 2 millones de cibernautas, según Google.
Con mucho orgullo publicamos digitalmente, seguro estamos que seremos parte de los libros del futuro, no más árboles sacrificados para hacer la pulpa para el papel, no más derivados contaminantes para hacer las tintas con que se escriben los libros.
Lenin Cardozo, ambientalista venezolano | ANCA24 – Hugo E. Méndez U., periodista ambientalista venezolano | ANCA24 Italia
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